«Capitulo 24» +18

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Pepper había pedido al personal que prepararan la más alejada de las habitaciones para los recién casados. Y Natasha agradeció enormemente ese favor, pues al tener el complejo lleno de visitantes había imaginado que tendría que posponer la noche de bodas indefinidamente... pero la suerte estaba de su lado. 

Steve la llevó al estilo nupcial, hasta colocarla sobre la cama con cuidado y tumbarse a un lado de ella.  Natasha se recostó sobre su costado, sosteniéndose con su antebrazo para estar más cerca del rostro de su esposo, el cual ahora se dedicaba a acariciarla por encima del vestido.

—Es la primera vez que te tengo solo para mi...—Murmuró, llevando su mano hasta los labios femeninos para dibujar el contorno con su pulgar— Quiero hacerte el amor de tantas formas, Preciosa...

Nat se inclinó para alcanzar y dedicarse un momento a degustar los labios de Steve, que recibió sus atenciones con gusto, antes de ser el quien invadiera su boca hasta perder el aliento. 

—¿Qué tal si iniciamos por deshacernos de esto?— Preguntó Natasha, llevando su mano hasta los hombros de Steve, para tirar hacia atrás de su saco, ayudándole a quitarse esa y las demás prendas. No le tomó mucho dejar su torso libre de obstáculos, valiéndose solo de una mano para lograr su objetivo. 

—Creo que estoy en una clara desventaja... déjame ayudarte, amor. 

Steve se reincorporó para ofrecer su mano a Natasha y ayudarle a ponerse de pie. Se situó tras  ella, para comenzar a desabrochar uno a uno la larga hilera de botones. Su cuerpo ardía por estar con Nat, pero la idea de destrozar su vestido se quedó en el olvido al recordar lo espectacular que se veía en ée. La imagen de ella caminando hacia él, que aguardaba en el altar, seria su imagen favorita para toda la vida, además del primer momento que vio a los trillizos sanos y salvos abrazados en el mismo cunero. 

Al sentir que Steve llegó al último botón, la pelirroja se giró para quedar frente a frente y dejar el vestido deslizarse hasta el suelo. La boca de su marido casi cayó al suelo de la impresión al ver el conjunto tan sensual que se había mantenido oculto bajo capas y capas de la fina tela de su ajuar de novia. 

—¿Te gusta?— Preguntó Natasha, saliendo del vestido que ahora estaba hecho un montón en el suelo.

—Creo que necesito un vaso con agua, o dos— El rubio tragó en seco, acercándose a su esposa para deslizar sus dedos sobre el la superficie del corsé que cubría su desnudez. subió sus caricias, hasta llegar a la parte trasera de su cuello y la otra mano viajó a la cintura femenina, para en un ágil movimiento inclinarla, besándola con todo el deseo que no podía contener un minuto más. 

Natasha le dejó probarla y manipularla a su antojo; esa primera vez como marido y mujer se sentía muy diferente a todo lo que habían experimentado juntos tiempo atrás. 

—Señor Rogers, mi cuerpo está ardiendo por sentirlo en mi interior... 

—No hay nada que desee más que consumar nuestro matrimonio, Señora Rogers...— Jadeó— Pero déjame hacerte sentir bien, mi amor. 

No  habían palabras que la encendieran más, que las palabras llenas de amor que salían de los labios de Steve. Fuera de la habitación era la pareja perfecta, tierno, siempre al pendiente de los detalles y de las necesidades de su familia; Pero dentro de la alcoba, solo se enfocaba en ella y en hacerla tocar el cielo con su cuerpo, sus manos y sus mimos. Natasha lo tenía todo, la vida le había dado tantos regalos que sentía que lo que había hecho bien, ya superaba su pasado.

Steve la llevó de nueva cuenta hasta la cama, donde la colocó al centro, con el ubicado sobre ella, sin llegar a aplastarle. Estaba loco con su apariencia, con su aroma, con la idea de que por fin era tan suya, como él de ella. 

IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora