«Capitulo 11»

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Hey, Nat... ¿te quedarás ahí dormida por siempre?Escuchó una voz familiar llamarla desde lejos, cuando abrió los ojos se encontró con el rostro de Clint que la veía muy de cerca.

Natasha inmediatamente lo enredó con sus brazos y lo tumbó sobre ella.

—¿Cómo lograste salir de Vormir, Clint?le preguntó con la voz entre cortadaTe extrañe mucho, tengo muchas cosas que contarte...

No hay tiempo, Nat... pero también te extrañé mucho, aunque desearía no tener que verte en estas condicionesse levantó un poco para verla a los ojos, sosteniéndose con los brazos a cada lado de la pelirrojate están esperando.

No iré a ningún lado sin ti, ven conmigo.

No puedo, ¿Sabes dónde estamos, verdad?.

No me importa, ven conmigole pidió nuevamente.

Es imposible, Nat.

Entonces me quedo aquí.

Allá te esperan... no puedes abandonar todo, no es tu momento. Ve antes de que desconecten esa estúpida maquina.

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     Fue lo último que vió antes de despertar en otro lugar. Sintió algo dentro de su garganta que le impedía moverse o hablar. La desesperación comenzó a invadirla hasta que notó por el rabillo del ojo, que Steve estaba sentado en el sofá, inclinado sobre sus piernas para ocultar su cara entre las palmas de sus manos.

    Palpó el aparato en su boca, ¿Por qué estaba usando un respirador? Y de repente todo le regresó a la mente. Una de sus manos fue hasta su vientre, que ahora estaba vacío. Las lágrimas le llenaron los ojos al imaginarse lo que había pasado ¿Todo había sido un sueño?.

     Comenzó a escuchar los monitores sonar y fue cuando Steve se acercó asustado para ver qué sucedía con Nat y presionar el botón de emergencia para llamar a la enfermera.

—¡Nat, por Dios!— tomó su mano para tranquilizarla— trata de mantenerte quieta, en un momento viene el doctor para quitarte el respirador.

     Luego de lo que parecieron años, por la puerta aparecieron el médico y un par de enfermeras que auxiliaron a Nat y revisaron sus signos y reflejos. Cuando hubieron terminado, dejaron entrar al rubio.

—¿Qué pasó, Steve?— le dijo por lo bajo, su garganta estaba adolorida—¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde están...?.

     Se detuvo al ver el rostro cansado de Steve, que seguía conmocionado al ver a Natasha regresar.

—Los niños están en casa, Pepper y Wanda se han hecho cargo de ellos estos meses...

    Nat suspiró aliviada, pero no entendía a que se refería Steve con que habían pasado meses, recién se había sentido mal.

—Estuviste en un coma inducido, Nat... te pusieron a dormir porque ese día que comenzó el trabajo de parto tú presión arterial estaba tan alta que un aneurisma se rompió y después de reparar el daño tú cerebro necesitaba un descanso, pero cuando intentaron despertarte, no pudieron... Creo que el neurocirujano podrá explicártelo mejor.

—¿Dónde está Clint?— preguntó con esperanza— Estaba con él, dijo que no podía quedarme ¿Dónde está?.

     Natasha se reincorporó hasta quedar sentada, para intentar salir de ahí y buscar a su amigo. Steve la detuvo envolviéndola en un abrazo, pero ella intentó zafarse del agarre, golpeándolo con sus débiles puños.

IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora