«Capitulo 8»

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JUNIO

Salió de entre las sábanas, sin mucho ánimo de levantarse. Steve aún dormía pacíficamente y lo dejó descansar un momento más, después de todo poco habían dormido la noche anterior. Se habían cumplido las 12 semanas y era momento de la tercer cita para ver a sus pequeños, por lo que debía prepararse.

Tomó su ropa interior y la camiseta de Steve que estaba tirada sobre el suelo. Buscó entre su clóset algo que le quedara, no podía ir por la vida usando los mismos tres vestidos todo el tiempo. Ya nada le quedaba, sólo podía suspirar al ver colgado su traje negro tan característico... si logrará entrar en el, parecería una traficante de sandías.

Cuando por fin encontró unos leggings al fondo del clóset, se sintió aliviada; sólo faltaba encontrar una blusa lo suficientemente grande para cubrir su vientre, que a su parecer lucia gigantesco. Revolvió todo y lanzó lo que no le servía sobre el suelo, de igual forma creía que jamás volvería a entrar en esa ropa tan estrecha... hasta que encontró algo que podía servirle, una blusa asimétrica en color blanco que cuando antes la uso le quedaba muy suelta... esperaba entrar, sino tendría que usar una sábana o una carpa de circo.

Dejó la ropa sobre una de las esquinas de la cama y se detuvo frente al espejo, para ver la curva prominente. Levantó la camiseta para ver detenidamente el lugar donde aguardaban sus hijos, dudando de que pudieran ser 5 en lugar de tres. En su último chequeo la Dra Manning había expresado su preocupación al ver que los fetos estaban casi al doble de grandes de lo que debían estar a los tres meses. La pareja se había excusado diciendo que los niños de la familia de Steve eran muy grandes y eso era normal, no había de que preocuparse.

Pero en realidad al empezar a ver crecer su cuerpo, también creció una preocupación en sus adentros. Steve y ella habían sido modificados genéticamente... así que no sabía que podía esperar de la unión de ambos. Temió no haberlo pensado antes, pero ya estaban en un punto muy avanzado y solo quedaba esperar y monitorear el desarrollo de sus hijos.

Un par de manos la rodearon, tocando con las yemas de los dedos la superficie de su vientre. Le sonrió a Steve a través del espejo y se recargó contra su pecho aún en el abrazo.

—Estarán bien, solo están creciendo más por el buen cuidado de sus padres— Steve besó su sien y la giró hacia el para verla a los ojos— No es bueno preocuparte, Nat... recuerda lo que dijo la Doctora.

Natasha asintió.

—¿Después de la cita podemos ir al centro comercial? Nada me queda, necesito ropa gigante para pasar los meses restantes.

—Yo creo que te ves maravillosa.

—¿O sea que antes me veía mal?.

—No, no... lo que quiero decir es que el embarazo te sienta perfecto.

—Ya... como tú cuerpo no está deforme, ¿verdad?— le dijo alterada.

Dejó a un Steve perplejo de pie frente al espejo. Lo único que escuchó fue el portazo en el baño y la regadera abierta. Le daría espacio para que sus hormonas se calmaran. Vió la hora 9:15, esperaba que no hubiera nadie por los pasillos, porque no tenía una camiseta para cubrirse.

Asomó la cabeza y al ver el pasillo despejado, camino cuidando que nadie lo viera. Todo iba bien, hasta encontrarse con Rhodey y Tony, que platicaban animadamente.

—¡Cielo santo! Necesitamos un antídoto... parece que al capitán le picó una viuda negra... ¿o sería al revés?— preguntó Tony con una sonrisa maliciosa.

IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora