Segundo libro de "Cero Flacas"
Selene luego de vivir momentos devastadores ha aprendido a amarse, su confianza y autoestima han mejorado, convirtiéndola en una persona más fuerte. Ha logrado entrar a la universidad para estudiar lo que tanto le gus...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narrado por Brett Herrera:
He callado tantas cosas por tanto tiempo, me he ahogado en mis pensamientos sin poder confiar en alguien para hablarle de lo que en realidad siento, me he autodestruido en silencio, un silencio que ya no puedo seguir manteniendo.
Siento que algo dentro de mí se derrumba, al tiempo que recuerdo cuantas veces he pinchado mis brazos para apaciguar un poco el dolor que siente mi alma.
—Brett, creo que debemos realizar el trabajo —la voz de Selene se escucha casi nerviosa, ella sacude su cabeza y cuando está a punto de retirarse de mi lado mi mano vuelve a atrapar su antebrazo.
Mis ojos lentamente van subiendo hasta que impactan los suyos.
—Ya sabes que las drogas han estado presente en mi vida desde hace años —logro hablar a pesar de que siento mi garganta obstruida —, pero hace meses inhalarla no me fue suficiente así que termine optando por inyectarme —sonrió sin ganas —. Estaba seguro que cuando quisiera podría dejarla, sin embargo, ya me di cuenta que ahora soy dependiente a la droga.
Selene aprieta sus ojos como si le doliera escuchar lo que estoy diciendo.
—No sigas, por favor —murmura, abriendo sus ojos lentamente.
Quisiera poder solo dejar de hablar de lo miserable que ha sido mi vida, pero tengo que desahogarme aunque sea un poco.
—Mi psiquiatra me receto un par de antidepresivos ya que sufro de un trastorno que me provoca distintos pensamientos suicidas —cada palabra que sale de mi boca va aumentado el dolor en mi pecho. Llevo mi mano hasta la cicatriz que se ve en mi mejilla —. Esta cicatriz me la hice cuando sufría una crisis por el trastorno que padezco —trago saliva para poder proseguir —. Cuando sufro estas crisis no puedo conducir, ese día solo quería morir...
Ella niega con su cabeza —basta, Brett —me interrumpe.
—Tuve un accidente de tránsito —llevo mis pulgares bajo las solapas de la chaqueta, quitándomela de un solo movimiento —. Mi espalda está llena de cicatrices —me saco la camisa por encima de la cabeza, girándome para que ella pueda ver las consecuencias que tuvo ese accidente.
Escucho un exclamación de sorpresa y luego los pasos de ella detrás de mí. Cuando siento sus manos en mi espalada siento la necesidad de apartarme, pero algo hace que me quede quieto, sus dedos se pasean por cada una de la cicatrices y mi cuerpo con cada roce se tensa.
—¿Por qué te fuiste? —cuestiona luego de un largo silencio.
Entre cierro mis ojos —ya eso no importa —me vuelvo a girar, colocándome nuevamente mi camisa.
