Segundo libro de "Cero Flacas"
Selene luego de vivir momentos devastadores ha aprendido a amarse, su confianza y autoestima han mejorado, convirtiéndola en una persona más fuerte. Ha logrado entrar a la universidad para estudiar lo que tanto le gus...
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Narrado por Brett Herrera:
Quisiera decir que mantuve mis fuerzas hasta el final; sin embargo, no ha sido así. Me he quebrado en diferentes oportunidades y he deseado en distintos momentos tener otro destino, pero no, no estoy en una pesadilla de la que pronto despertaré, tampoco es una alucinación que estoy viviendo por una gran sobredosis. Es mi realidad.
Gracias a Selene he vivido una navidad y un año nuevo tan único que he quedado grabado en lo más profundo de mi ser.
En navidad tuvimos una cena acogedora y a pesar de que ese día no me sentía para nada bien Selene logró que por unos instante olvidará lo que me atormenta, reímos, charlamos y por primera vez en toda mi vida sentí el amor de mi padre, un amor tan puro y verdadero que no podría describirlo.
En año nuevo admiramos el cielo repleto de fuegos artificiales, adornándolo. Nunca en toda mi vida me habían parecido gran cosa observar los fuegos artificiales, pero al sentir la satisfacción de ver aquellos dispositivos pirotécnicos destellando en las alturas del oscuro cielo, comprendí porque tantas personas se emocionan al verlos.
Gracias a Selene he hecho y sentido cosas que jamás pensé lograr. Por eso hoy quiero sorprenderla, llevándola a un lugar que creo le encantará.
Me coloco la chaqueta de cuero color negro y le doy una corta mirada a mi padre.
—¿Tienes las entradas? —le pregunto, arreglando la chaqueta en mi dorso.
Él se coloca de pie, encaminándose hacia mi dirección. Cuando ya está a unos pocos centímetros de mi cuerpo busca algo en el bolsillo de su pantalón.
—Aquí están —responde, estirando su mano hacia mí.
Tomo las entradas y cuando voy a coger las llaves de mi moto Bruno deja caer su mano en mi hombro.
—Brett —solo pronuncia mi nombre.
Me basta con eso para saber justo lo que él quiere decirme.
—Bruno, quiero intentarlo una vez más.
El doctor Wil le dijo a mi padre que por mi bienestar era mejor no volver a conducir, ya que mi vista podría nublarse, perdiendo el control de la moto. Fue mi claro al decir que si sufría algún accidente no podría salvarme.
El agarre que sostiene Bruno en mi hombro se aprieta más —Brett, yo los llevaré —se ofrece sin ni siquiera cuestionarse lo que le he dicho —. Es lo más seguro.
Trago saliva, soltando las llaves de la moto que ya sostengo en mi mano.
