Capítulo 28

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Hermione tuvo que correr para perseguir al par de idiotas de sus amigos intentando evitar que Harry transformara en tapete a su amigo, a pesar del bonito tapete que haría. 

Cuando por fin los encontró, Rómulo estaba escondido detrás de Sirius y James que parecían perdidos y curiosos por la situación, mientras que Remus, que era el más fuerte de todos los alumnos en general, estaba intentando contener a Harry que trataba de conseguir un ángulo de tiro limpio hacia su amigo para golpearlo con un buen maleficio; y aunque a Hermione le parecería muy cómico ver cómo Rómulo sufría por tocarle las narices a la serpiente león, no quería perder a su amigo tan pronto cuando recién lo volvía a encontrar, por lo que decidió intervenir.

— Harry ¡Para! —Pidió/ ordenó, Harry volteó a verla con una mirada en la pregunta "¿Me estas jodiendo? Sí se lo merece" aunque sí paró de forcejear con Remus— No puedes estar por ahí maldiciendo a todos los que digan que tu hermana es bonita —Riñó con una sonrisa pero sus ojos le decían al pelinegro "Compórtate, hay muchos testigos", Harry hizo un puchero antes de señalar al castaño que sonreía de lado bastante divertido.

— ¡Dijo que no le molestaría ser mi cuñado! —Gritó enfadado siguiendo la tapadera que le proporcionó Hermione — ¿Quién se cree que es? Eso ya me vale para maldecirlo hasta el cansancio —Gruñó aunque no le pasó desapercibido el estremecimiento de James, curioso, aparentemente ya estaba agarrándole el gustillo a Lily.

— Oh vamos, exageras —Opinó Rómulo intentando seguirle el juego a Hermione, era lo único que le salvaría la vida con seguridad al menos hasta que Harry se calmara, y tal vez pudieran empezar a mover engranajes ya que también notó la reacción de James, además necesitaba darle credibilidad a esa excusa o solo Merlín sabría a cuantos tendrían que desmemorizar. Él no quería que luego lo tomarán como pervertido por su corta edad. 

— ¡¿Exagero?! —Rugió Harry con ojos brillando en una advertencia muda de que no pensaba olvidar lo dicho sobre su trasero.

— Solo era un broma, tranquilízate, joder no me quiero imaginar cuando tus hermanas tengan novios —En ese momento se arrepintió de decir esas palabras pues los ojos esmeralda emitieron una fuerza aún más salvaje y brutal, tal vez debería de callarse, por su bienestar físico.

— ¡Harry! —Llamó Hermione con preocupación irradiando cada gota de su voz— ¡Remus no se siente bien, ayúdame a llevarlo a la enfermería! —Pidió a lo que Harry volteó a ver al licántropo que parecía tres veces más pálido de lo normal, y eso que recién al día siguiente sería la luna llena, además de que parecía querer vomitar.

Ni Harry ni Rómulo se permitieron seguir con su rencilla antes de cargar a Remus, esto lo hizo más bien Rómulo al ser el más alto de los tres, Harry intentaba darle aire y Hermione les aseguraba a los merodeadores que ellos lo llevaban y que les avisaban cuando estuviera mejor. 

Mientras corría detrás de sus amigos sonrió guardando unas pastillas vomitivas en su bolsillo, los gemelos incluso antes de nacer estaban haciendo travesuras.

Cuando llegaron a la enfermería y le explicaron a Madame Pomfrey la situación antes de recostarlo en una camilla, una vez estuvieron los cuatro cubiertos por paredes de tela para que no los vieran, Hermione puso un hechizo de silencio.

— ¿Qué fue lo que me diste Hermione? Sabía a rayos —Se quejó Remus recuperando el color de piel.

— Pastillas vomitivas, necesitaba que Harry se tranquilizara, perdón —Se disculpó la muchacha sonriéndole amable al licántropo que parecía un poco ruborizado por la vergüenza de ser visto así.

— Hermione no vuelvas a hacer algo así, ya me había preocupado —Se quejó Rómulo soltando un suspiro aliviado. Aunque nadie podía decir sí el alivio era porque Remus estaba bien, o porque Harry ya no estaba tan alterado. 

¿Evans?... No, Peverell y ¿Serpientes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora