Capítulo 19: Rojo

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-¡Mamá!

Creo que el plan de venganza de Calle también estaba que Ángel me levantara pegando un grito cada vez.

-¿Alguien se murió? -Pregunté sin moverme de la cama.

-Nop.

-Entonces, déjame dormir cinco minutos más. -Dije y me giré para quedar boca abajo.

No, mamita! Levántate... -Lo sentí sobre mi. -No recuerdo que la Motorista fuese perezosa.

-Te gusta sacarme de mis casillas. -Murmuré, no había dudas que era hijo de Calle. -Mueva. -Le dije para poder girarme y se bajó de mi espalda.

-Es que es mi cumple, mamá. -Dijo con alegría y yo estiré mis brazos.

-Ven, Mini Bestia. -Le dije y al instante lo sentí abrazándome.

Lo apreté lo más que pude, no quería soltarlo jamás.

Era mi bebé humano, era mío y lo había hecho yo. Quería tenerlo siempre en mis brazos.

-Feliz cumpleaños, Ángel... Sabes que eres mi vida y que siempre voy a estar contigo. Nadie nos volverá a separar. ¿Lo sabes?

-Sí, mamá. Promesa de motorista. -Extendí mi meñique y él unió el suyo.

-Promesa... Ahora a moverse. Levanta a Pulga, yo iré a bañarme. -Le dije.

-¡Pulga! -Gritó y escuché sus pasos alejarse.

-Mi Mini Bestia... -Susurré mientras me metía a bañar.

Salí y me vestí. Pantalón corto y camisa sin mangas. Sencilla, pero precisa para un cumpleaños en la playa y en mi propia casa.

-Pochas... Siéntate, ya he hecho el desayuno. Ángel se fue a bañar. -Escuché a Valentina y me acerqué con cuidado hasta sentarme.

-¿Todo listo?

-Está todo listo para decorar. En breve comienzo, Pau vendrá a hacerlo pronto también y todo será perfecto.

-Gracias por todo, Pulga. Eres mis ojos.

-No hay de que... Además, es mi sobrino.

-¿Vendrá Calle? -Pregunté antes de llevarme el sándwich a la boca.

-Sí, vendrá. No llegará temprano, pero llegará.

Al menos vendría, era el lado bueno.

El timbre de la casa sonó y Máx ladró.

-Debe ser Pau. -Comentó Pulga. -Iré, sigue comiendo.

Escuché su voz y la de una niña.

-¡¿Dónde está la muerta viva?! -Dijo muy en alto y me abrazó por al espalda de repente.

-Aquí estoy. -Respondí con ganas de llorar.

¿Desde cuándo me había vuelto tan sentimental?

Perfectooo! -Sabía bien que no era solo un abrazo de saludo, era un abrazo de esos que intentan recompensar algo. -Pendeja, ¿Sabes que tienes demasiadas cosas que hablarme? -Asentí. -Aún es y no puedo creer que seas madre. Aunque sabía de Ángel, pero no puedo creer que seas madre.

-Mami... ¿Es la Motorista? -Una delicada voz se escuchó.

-Ella es... Mira su tatuaje. -El dedo de Pau rozó el tatuaje del hombro. -Está más vieja, pero es ella.

Fin Que MerecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora