Capítulo 31: ¿Cuándo vuelve?

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Me desperté en aquella cama que fue de Poché, pero sin ella. Solo Ángel estaba dormido a mi lado.

Me acerqué al espejo, tenía ojeras. Mi cabello daba asco y yo simplemente vivía por Ángel, Ramón, Máx y Jack.

Iba al trabajo y volvía a casa.

Era como una simple máquina programada para hacer su rutina de lunes a viernes.

Era como una máquina programada para sentarme a la media noche en aquel sofá reclinable para llorar por Poché.

Salí y busqué la comida para los tres campeones. Poché los tenía muy educados, siempre esperaban su desayuno al pie de la letra.

Ver a Máx solo me hacía recordar a Poché jugando con él. El amor incondicional que le tenía a su hijo perruno. La lealtad que Máximo le tenía a ella.

Aún no entendía que había pasado. Se había ido, no habían señales de ella. Nadie sabía nada y solo podía dejarle buzones de voz.

Ángel también estaba sufriendo. La extrañada y no había un día en el que no tuviera que decirle "está en un viaje de trabajo".

¿Por qué tuvo que aparecer en mi vida, desaparecer, aparecer y volver a irse?

Miré el anillo en mi dedo mientras me servía mi taza de café.

-Seré quién te desespere toda la vida. -Pronuncié con una media sonrisa.

Me senté en el taburete con mi café entre mis manos. Puse música, puse nuestra canción.

Yo había sido quien había entrado en su vida. Sin permiso, sin aviso.

Ella tenía una vida tan normal entre todo lo anormal que hacía.

-Pero tú si sabías amar, pero te hacías la fuerte... "Robaste el tiempo que pienso en tu cara. ¿Cómo es que puedes entrar tan callada robar mi rienda dejarme sin nada?... A unos nos ha tocado ser ladrón. A otros nos tocó dejar robar, depende de quien toque tu puerta. Hoy te llevaste lejos mi amor y no sé si lo vas a entregar de vuelta... Ladrona, ¿Dónde estás?..." -Suspiré.

-¡Mami, mami! -Me giré cuando escuché a mi pequeño.

-¡Buenos días, corazón! -Me bajé y me dispuse a servirle su desayuno.

-¿Podemos ir al parque? Es tu cumpleaños mamá. -Me preguntó e hice lo peor que podía. Lo miré a la cara. Sus ojos, sus benditos ojos.

-Creo que justo hoy si podemos ir al parque. -Le dije con una sonrisa cuando le serví su desayuno.

-¿Cuándo vuelve mamá? -Me preguntó y sonreí, era su pregunta diaria.

-No lo sé, cariño. -Me acerqué a él y le di un beso sobre su cabeza. -Ya quisiera saber si volverá. -Susurré cuando me alejé de él.

La puerta sonó y cuando di media vuelta, ya Ángel había corrido para abrir.

-Mami... -Se quedó callado y ví la razón. -¡Mami es la que le hace ojitos a mamá!

Me acerqué a la puerta y ví a Valentina parada allí.

-Hola. -Pronunció.

-Hola. -Ángel se paró frente a mi sin saludarla.

-¿Puedo pasar? -La miré, pero me hice a un lado y caminé hasta la mesa del comedor. -Gracias.

-¿A qué debo su visita?

-Sé que Poché no está. Que lleva un poco más de un mes sin aparecer.

-¿Y?

-Solo quiero hacer las paces. Quiero pedirte perdón y a tu pequeño. Estuve muy obsesionada con Poché, lo admito. Ella fue mi crush desde pequeña, pero sé que siempre me vió como una hermana. Solo quiero pedirles perdón por aquella vez en casa de papá. Y quiero hacerles saber a ambos que cuentan conmigo para cualquier cosa. Pueden ir a casa de papá si quieren o si necesitan algo. Papá consideraba a Poché como una hija... Bueno a veces como un hijo, pero les aseguro que para él, tú eres su nuera y Angelito su nieto. Quiero que tengan la confianza de ir y que de verdad no se preocupen por mi... Yo he conocido a alguien y les prometo que jamás volverá a pasar nada con Poché.

Fin Que MerecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora