Capítulo 22: Búnker

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-¿No te las dije? -Preguntó.

-No. -Ella se movió para tomar un poco de distancia y llevó su mano a mi barbilla.

-¿Y si te doy las buenas noche? -Preguntó a escasos centímetros de mi boca.

-¿Cómo me las darás? -Sonreí cuando ví su pequeña sonrisa.

-Así, quizás así... -Se acercó y me besó.

Solo faltaba que comenzara a llover y sería la típica escena de película.

El beso iba sin prisas, pero la mano de Poché deslizándose por mi cintura tenía otras intenciones.

-Poché, cuidadito con esa mano... -Logré comentar cuando interrumpió el beso, pero rápido volvió a mi boca.

Su mano siguió paseando por mi cintura hasta que se fue metiendo por debajo de mi camisa.

-Te quiero a ti. -Murmuró y sentí un escalofrío cuando solo pasó su mano por mi vientre.

-Y yo a ti. -La tomé de la nuca para volver a besarnos y ella se movió para quedar sobre mí.

Se detuvo y la ayudé a quitarse su camisa quedando solo en su top deportivo.

Acaricié su piel mientras ella besaba desde mi cuello hasta mi boca.

Solté un gemido cuando rozó nuestras cinturas haciéndome notar su erección.

-Shhh... Hay un menor en la casa. -Comentó en mi oído y me tapó la boca.

Cerré los ojos cuando volvió a mover su cintura.

Poché sabía bien lo que hacía. Sabía bien como hacerme desearla.

-Poché...

-¿Paro? -Preguntó y se detuvo.

¿Voluntad? ¿Qué es eso con Poché así?

Volví a atraerla hacia mí y volví a acariciar su espalda de arriba a abajo.

-Deberás ser calladita. -Comentó y asentí contra su cuello.

Se separó de mi para desabotonar mi pantalón.

-Poché... Creo que no deberíamos hacerlo aquí. -Me senté y ella frunció el ceño.

-Seremos cuidadosas, tú calladita y yo al mínimo sonido te prometo que me detengo. ¿O es que no quieres?

-Quiero, ni te imaginas cuánto quiero, pero no aquí y con la posibilidad de que Ángel salga. -Me paré y tomé sus manos. -Ven... Tú y yo conocemos un lugar para las dos.

Se colocó su camisa y salimos al patio trasero.

-Mi búnker... -Murmuró y yo moví el cubo con las piezas viejas de autos.

-¿Dejaremos a Ángel solo arriba, sin más? -Abrí la puerta.

-No... Te llevaré abajo y subo para dejarlo seguro.

-¿Puedes buscar mi maleta de paso?

-Claro.

Bajamos las escaleras y Poché sin indicaciones de mi parte encendió la luz. Claramente, era una tarea fácil para ella. Solo debía aplaudir dos veces para que se encendieran.

El búnker también seguía igual. Excepto por la vez que me atreví a bajar para cubrir los muebles y desechar toda la comida que había echándose a perder.

Entramos a su habitación y ella llegó sola hasta su cama tocando el plástico que la cubría.

-¡Wow! Sí que querías conservar todo.

Fin Que MerecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora