Capítulo 26: Pequeño Integrante

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POV CALLE

Abrí los ojos cuando sentí algo moverse debajo de mi.

Sonreí al ver a Poché debajo de mi. Tenía la cabeza recostada de su pecho y sentía como respiraba calmadamente mientras dormía.

Me senté sin quitarle la vista a esa hermosa mujer.

Sonreí como tonta al recordar la caída que nos llevó al suelo. Sin dudas teníamos que perfeccionar algunos detalles en el sofá.

Me puse mi ropa interior y la camisa de Poché para poder ir a ver a Ángel en la habitación.

Dejé a la Ex-Peli-Azul en el suelo cubierta con la cobija que había buscado anoche.

Ángel estaba dormido en el medio de la cama de lado a lado.

Tomé mi cambio de ropa para irme a bañar antes que cualquiera despertara y ya no me diesen tiempo para hacerlo.

Dejé caer el agua sobre mi cuerpo relajándome por completo, cerré los ojos y mi mente viajó unas horas atrás.

-¿En qué tanto piensas? -Me exalté al escuchar su voz y aún más al sentir sus manos en mi cintura.

¿Cómo había entrado conmigo a la bañera sin que me diera cuenta?

-¿Qué haces? -Le pregunté al girarme y verla.

-Bañarme.

-Pero me estoy bañando yo.

-Si no te veo, no es válido ese argumento.

-Pero bien que me escuchas.

-Y te escuchas muy, pero muy sexy. -Dijo detenidamente y llevó sus manos a mi trasero para apretarlo haciéndome soltar un pequeño gemido. -Shhh...

~~~~~~~~~~~~~~~

-¡Niños! ¡El desayuno está listo! -Les grité cuando puse en la mesa el tercer plato de desayuno.

No recibí respuesta y fui a la habitación para encontrarme con Poché siendo arrestada por el gran policía Ángel.

-¡Yo no fui! Te lo juro. -Poché suplicaba, pero Ángel era un policía difícil de persuadir.

-¡Mamá! Mamá Poché no me quiere decir dónde escondió mi juguete de Hulk.

-Pequeño, mamá no sabe dónde está el juguete. El juguete está en la camioneta... Así qué... -Me acerqué a la arrestada. -Queda usted en libertad. -Dije y Ángel se cruzó de brazos.

-Pero yo fui quién la arrestó.

-Pero yo hice el desayuno y se está enfriando. -Levanté una ceja y su sonrisa apreció.

-Ya voy... -Y ya fue.

-Te he salvado de ésta, pero no sabré que decirle cuando vaya a la camioneta a buscarlo y se dé cuenta que no está.

-No fue mi culpa haber estado jugando con él y que viniera el perro de los vecinos y lo destrozara. Aún debo tener el único brazo del pobre.

-Será mejor que le compremos uno idéntico. -La tomé de las manos y la ayudé a pararse. -Estaba pensando... Mañana podemos ir a hacer algo interesante. -Le dije mientras caminábamos hacia el comedor.

Fin Que MerecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora