3. La dificultad del olvido

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Ethan

Una enorme sensación en mi torso hizo que me despertara. Y con la situación que me encontré mejor me hubiera quedado dormido. Ni yo sé cómo acabe agarrado a ella, la mire por segundos para poder analizar la información que de golpe había llegado a mi cabeza. Quizás debería antes haber pensado en soltarla, la solté .

–¡Que coño haces con tu vida!–dijo ella enfadada.

–¡Lo mismo podría preguntarte!

–Claro ahora me vas a decir que he acabado en tus brazos por obra de magia.

–No solo te he dicho que yo no he sido, no estoy tan desesperado.

–Desesperada tendría que estar yo para acabar con un tio tan gilipollas como tú. De verdad crees que con tus técnicas y tus musculitos me vas a impresionar.

–A ti impresionarte antes lo intentaría con el cubo de la basura, yo creo que sería más simpática que tú, y además está menos usada.

–¿Yo usada? (se empezó a reír) tú me vas a hablar de estar usado.

Admito que he tenido por decirlo así más "novias" de lo normal, pero de corto plazo y ni una seria.

–¡Ahi te has pasado enana! ¡vete al cuerno!

–Ethan, paremos esto, de acuerdo habrá sido un malentendido, pero escúchame no le cuentes a nadie lo ocurrido.

Mi instinto pillo se apoderó de mi.

–Y si lo cuento...¿qué?–dije acercándome a ella, noté que se pudo nerviosa.

Ni yo vi el movimiento, ella depósito sobre mi mejilla un enorme guantazo. Mi mejilla se puso al rojo vivo con la silueta de su mano grabada. Esta chica tenía carácter cosa que me encantaba de ella.

–Que te daré otra igual o peor, te quedó suficientemente claro.

–No sé, quizás tengas que repetirlo.

Su mano se levantó y se dirigió de nuevo a mi cara, pero esta vez estaba preparado. Le sujete la mano y de paso le agarre la otra aproveche que la tenía agarrada para acercarla más a mi.

–¡Sueltame o verás!

Ella forcejeaba para soltarse de mis manos, pero sin éxito. Pero ella al parecer iba dos pasos por delante, se aprovechó de mi talón de Aquiles o más bien de el de todos los hombres, la entrepierna. Me dio tal patada que vi las estrellas.

Aprovechándose de mi momento de debilidad me empujó y me tiro al suelo. Intento escapar pero esto no se quedaría así, cogí su tobillo jalé de él. Como podéis imaginar ella cayó al suelo. Me puse encima de ella para que dejara de moverse como una lombriz de tierra. Le volví a agarrar las manos y me aseguré que está vez sus piernas no me causarán problemas.

–¡De esta te acuerdas enana!

De pronto la rabia de mis ojos se calmo al contactar con los suyos. Me perdí en sus ojos grises y sentí un cosquilleo en mi estómago y una extraña sensación en el cuerpo, lo mismo que sentí el primer día que la vi. Anne siempre me había atraído pero en este momento me di cuenta de algo que nunca me había pasado, ¿estaba enamorado?, no lo tenía del todo claro pero definitivamente está sensación era totalmente distinta a la que había sentido nunca.

Me tragué mis sentimientos, cosa a la que ya estaba acostumbrado a hacer,  seguí apretando sus muñecas. Ella me miraba seriamente como si ella también estuviera sintiendo lo mismo. Espero que solo fuera mi imaginación, ella se merece algo mejor que un cabrón como yo. Sé que le haré daño, y no quiero que eso pase. Solté sus muñecas y le dije:

–Tranquila no contaré nada.

Me incorporé con cuidado y me encerré en mi cuarto. Escuché su puerta cerrarse así que supongo que ella hizo lo mismo. Y ahora quién duerme.

Pasé casi toda la noche en vela y sin pegar ojo, daba vueltas en la cama sin motivo alguno, definitivamente está sería una noche demasiado larga. Al escuchar el despertador me levanté rápido, me vestí, hice la cama y cogí algo rápido para desayunar. Me metí en mi cuarto rápido para no encontrarme con Anne. Si no la veía sería más fácil para mí y para ella.

Pasaban los días y seguía sin ver la luz al final del túnel. Un enorme agujero negro me mataba por dentro, mi corazón roto nunca había latido como cuando estoy con ella. Pero sé que con el tiempo se lo acabaré rompiendo a ella, me conozco, y prefiero partirme el corazón yo mil veces a dañar el suyo, estaba dispuesto a cambiarlo de todo de mi por ella, pero no sé si eso es posible. Tampoco sabía si era una buena decisión, pero desde luego era la mejor de las que me rondaban la cabeza. Tenía que alejarme de ella.

Salí cinco minutos antes de lo normal para no hacer el trayecto a la universidad junto a ella. Y salía tarde para no encontrarmela tampoco de vuelta a casa. Y así por semanas, largas e interminables semanas, algunas veces la veía pero por pocos minutos. Esto me estaba consumiendo por dentro y poco a poco.

Me senté en el escritorio y me puse a hacer tarea, pero a la media hora alguien me interrumpió llamando a la puerta, no respondí porque ya sabía quién iba ser, puesto que Ashley estaba en la universidad y nadie más tenía las llaves del piso.

Anne abrió la puerta igualmente. La fusilé con la mirada pero a ella no le importó, se puso enfrente de mi y me preguntó seriamente:

–¿Por qué me esquivas estás últimas semanas?

No le respondí.

–¡Ethan no me iré de aquí hasta que me des una respuesta!

Seguí sin responder.

Me cogió del chaleco y se acercó a mi.

–¡Por última vez respóndeme o te corto los huevos!

–Me puedes dejar ya en paz de una misera vez.

–Si es por lo que pasó aquel día, ¡olvidado no paso nada! empecemos de nuevo.

Claro como si empezar de nuevo ahora fuera tan fácil.

–Prefiero mil veces al Ethan pillo e idiota que al melancólico y solitario.

–Te crees que yo no–levanté una ceja.

–Menos mal que has vuelto a ser el de antes–me abrazo.

Genial Anne empeorame las cosas. Aunque su comentario me hizo gracia, porque yo ya sabía que en el fondo jamás volvería a ser el mismo.

Intente que mi cabeza pudiera olvidar muchas cosas, mi pasado , aquella noche. Pero en el fondo que significa la palabra olvidar, eso no lo sé, lo único que sé es que solo se olvida lo que no se quiere olvidar.

Tuvieron que pasar días para que me volviera que acostumbrar a estar con ella y aún así nunca será lo mismo. Y nuestra amistad mejoraba poco a poco, con nuestras bromitas y provocaciones.

Lo malo es que mi amor por ella no había desaparecido si no que crecía por segundos, cosa que no estaba bien pero que nada bien. Era como un vaso al que se les va añadiendo gotas de agua, al principio no pasa nada pero luego se acaba derramando.

La universidad nos iba genial, las notas eran bastante altas y el ritmo de las clases era coerente. Por suerte llegaba un puente, puente que no dejaríamos pasar, aprovecharíamos para montar una fiesta. Nuestro piso tenía el tamaño perfecto, ni enorme ni enano. Invitamos a amigos de la universidad y otros. Los tres nos pusimos a planificar la fiesta, básicamente ellas ponían las ideas y compraban las cosas y yo tenía que llevar las bolsas. Esperemos que la fiesta salga bien, y no se lie más de la cuenta.





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