8. Rumores

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Anne

Los exámenes salieron más o menos, no porque no hubiera estudiado si no porque eran rebuscados y largos como mil demonios, algunas personas salieron llorando después del examen porque ya sabían que habían echado a perder todo el trimestre. Decidí ir a la cafetería para cogerme algo refrescante y salirme al patio para tomar el aire, por fin había terminado el último examen del primer trimestre y estaba orgullosa de lo que me había aplicado.

Me senté en un banco y le pegué un largo sorbo, tenía la garganta seca de tanto estrés. Riley se sentó sonriente a mi lado, supuse que le había salido bien el examen pero aún así quise asegurarme.

-¿Cómo ha ido?

-Perfectamente.

-¡Que bien!

-¡Sí! y a ti ¿te ha salido bien?

-Prefiero no decir nada, soy una gafe.

Ambas reímos.

De pronto Melisa salió echando humos del aula, que bonito y maravilloso es el karma ¿verdad?. Se puso a hablar por teléfono con no sé quién, ni me importa, mientras andaba de un lado a otro. Sus ojos se posaron en mi y una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro. Cortó la llamada sin decir adiós y se dirigió ágilmente hacia mi.

-Que pasa Annita.

-Es necesario que me hables Melisa -dije apartándole la cara.

-No te hagas la digna ahora zorra, se los rumores.

-¿Rumores?

-No es necesario que te hagas más tonta de lo que ya eres.

-No sé de qué estas hablando pero créeme no me importa.

-¿No te importa que Ethan vaya diciendo que se acostó contigo?

-¡Qué! ¡que Ethan qué!

-Tranquila no serias la única que cae en sus encantos, me incluyo.

-¡Pero yo no me acosté con él!

-Tranquila no eres la única que lo has hecho, pero será la última vez, porque él es mi novio oíste.

-Per...

-¡Callate! ¡la última vez que te aviso! ¡vuelve a acercarte a él y sufrirás las consecuencias!

Melisa se rió maliciosamente y se alejó volviendo a hablar por teléfono. Sin saber si aquellas palabras fueran ciertas la ira se apoderó de mí cuerpo como si de alcohol se tratara, empezé a apretar los puños y de mis ojos intentaban brotar enormes lagrimones, no podía comprender¿cómo pudo hacerme esto?, pero me los guarde, si es tan desgraciado como para contar esas mentiras de mi, es lo suficientemente desgraciado para no dejar que me hunda.

No dejaría que esto se quedará así, por nada en el mundo. Riley se levanto e intento consolarme.

-Se que son solo mentiras, no te molestes por cosas así, no merecen la pena.

Realmente consiguió tranquilizarme, pero al ver salir a Ethan por la puerta de la clase con una sonrisa y dirigiéndose hacia mi, un fuego se encendió en mi interior. Ni Riley, ni nadie podría tranquilizarme ahora era un tren a mil por hora, y sin frenos.

-¿Como te ha ido el examen renacuaja?

-Lo sé todo gilipollas.

-¿Qué...?

Antes de que digera nada más le eche el contenido de mi refresco en la cara y me fui echando humos.

Llegué al piso, Ashley no estaba, cerré la puerta de mi habitación de un portazo, ya no me importaba nada, todo lo que pensaba de él se había esfumado, ya no había nadie, para mí era menos que un extraño, no pude controlarlo más, cientos de lágrimas caían por mi cara, las lagrimas ardían en mis mejillas antes de caer en mi sweeter o en el suelo. Escuché como la puerta de la entrada se habría y unos pasos avanzaban por el pasillo. Tres golpes sonaron en mi puerta.

-¡Vete al cuerno!-grité a pleno pulmón.

-No sin antes saber que te ocurre -escuché levemente detrás de la puerta.

-¡La pregunta es que te ocurre a ti! -grité sin poder evitar un sollozo al final.

-Si yo lo supiera las cosas serían muy diferentes -después de esto se metió en su cuarto.

Mis ojos eran dos ríos, no podía dejar de llorar. De la nada un hueco se creó en mi corazón, hueco que hacía que mi corazón se fragmentara y destruyera por minutos.

Ethan

Saber que le vas a hacer daño pero luego no saber con qué se lo has hecho, irónico ¿verdad? fue todo culpa mía y solo mía. Sabía que esto algún día pasaría y aún así no me alejé de ella. Mi peor pesadilla se había hecho realidad y eso me consumía por dentro.

No debía hacerlo pero no me quedaría con las ganas de saber porque se comportaba así. Me arme de valor y me dirigí hasta su puerta. Mis manos me temblaban pero conseguí pegar en su puerta.

-¿¡No te lo deje claro!? ¡olvidame!

-Si te hice verdaderamente algo para que deba hacerlo, lo haré, pero déjame saber ¿por qué?

A los segundos abrió la puerta con los ojos hinchados y rojos como tomates. Entre en su cuarto y me quedé de pie en frente de la cama de Anne, ella se quedó sentada en el filo de la cama sin dejar de matarme con la mirada.

-Seré breve, ¿qué te han dicho?

-Más bien que has dicho tú.

-¿Yo...?

Rodeo los ojos.

-Me han dicho que has ido diciendo por ahí que nos hemos acostado.

-¡Qué! -mis ojos se abrieron como platos.

-¡Como que qué!

-Que yo no he dicho nada de eso, quién te ha dicho esas mentiras.

-Eso no importa ya, igual que tú para mí.






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