ESQUIZOFRENIA Capitulo 2

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Suena el timbre del receso.

—¡Recuerden no correr en los pasillos! —gritó la profesora mientras todos se dirigían afuera sin ni siquiera escucharla.

No me quedaba de otra que salir al patio. Salí y me senté en una banca mirando a la nada y agarrándome las piernas, solo pensando en cuánto quería que terminen las horas de la escuela para recoger a mi hermana e irnos.

Unos minutos después se acercan unas tres chicas con ropa de marca y mimadas. Ya suponía el porqué se estaban acercando.

—vaya, por fin alguien nuevo para nuestra entretención. —¿Cómo las dejan venir a la escuela con esa ropa que muestra más carne que tela?

Voltee lentamente para verlas con desagrado.

—¡No nos mires así! —gritó la chica de la izquierda con cabello castaño. La rubia que estaba en el medio de ellas dos parecía ser la que mandaba.

—mírate, solo eres un bicho feo y raro. –dijo la pelirroja de la derecha— estoy segura que no la quieren ni en su casa. —susurró a sus amigas. No se considera ni siquiera un susurro, la escuché perfectamente. Decidí que era mejor ignorarla y volví a mirar a la nada— ¡Te estoy hablando, bicho raro! —gritó, pero eso no hizo que deje de ignorarla.

No pude evitar mirar como el señor pájaro nos observaba sin hacer nada. Observaba cada detalle de la situación, sin quitar la vista de nosotras.

—¡¿Nos estás escuchando?! —gritó la rubia tomando y jaloneando de mi cabello para que voltee a mirarla.

¡Mátalas!

¡No se merecen vivir!

¡Que sufran como tú lo has hecho!

Volví a escuchar esas voces en mi cabeza. No podía con esto, estaba perdiendo la paciencia.

Acabo de recordar que se me olvidaron mis medicamentos en la cocina de mi casa. ¿Cómo mierda se me pudieron olvidar?

¡Que mueran!

¡Hazlas pagar!

Destripalas y báñate en su sangre.

—¡No! ¡Claro que no lo haré! ¡No lograran convencerme! —comencé a entrar en pánico. Quité su mano de mi cabello con brusquedad y comencé a tironear de él.

—¿Qué mierda le ocurre? —dijo la pelirroja desconcertada y asustada.

—está loca. —dice la rubia.

Cuando comencé a gritar, todos los que estaban al rededor voltearon sobresaltados a verme. Los profesores no tardaron en aparecer.

—¡No! ¡Déjenme en paz! ¡Yo no les he hecho nada! —puedo ver el intento de los profesores para calmarme pero nada les funcionaba. Estaba teniendo otro de mis ataques y no dejaba de arrancarme el pelo.

—¡¿Por qué está así?! ¡¿Acaso ustedes le hicieron algo?! —el profesor les gritó a las tres que estaban ahí paradas en shock.

—¡No! ¡Nosotras no le hicimos nada! —exclamó la castaña.

—¡Comenzó a actuar así por su cuenta! —se excusó la rubia.

—¡Noo! ¡Détenganse! ¡No les haré caso! ¡Que no lo haré, basta! —no soportaba más estar así. Mi cuerpo no dejaba de temblar y el dolor de cabeza era insoportable, las lágrimas no se esperaron otro segundo más en aparecer. Las voces no paraban y empecé a ver algunas alucinaciones que no estaban ahí, una de ellas era ese oso que me miraba con una cara perturbadora esperando que haga algo peor. Que su apariencia no te engañe, puede aparentar ser un oso tierno pero créanme que no lo es.

ESQUIZOFRENIA - Ticci Toby & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora