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Que dolor de cabeza.

Me muevo e intento abrir los ojos, al estirar uno de los brazos sentí algo a mi lado, me acostumbro a la luz dándome en cuenta en donde estoy. Me incorporo y veo una figura masculina, mejor dicho, veo a alguien agarrado a mí.

¿Qué carajos pasó?

¿Quién es y dónde estoy?

Muchas preguntas tengo en la cabeza, al intentar moverme más, el dolor cada vez es peor. De las peores resacas que he tenido y eso que no tomo mucho alcohol.

-No te muevas – escucho un quejido

- ¿Quién eres? –

Necesito salir de aquí, me dirijo a un ventanal enorme a un lado de la recamara, no sé en qué piso estoy, pero desde aquí hay una increíble vista de la ciudad. Miro alrededor y estoy cerca al centro.

Que vista tan hermosa

-Te gusta la vista – me doy la vuelta y lo observo

¡Carajo!

¿Gabriel?

Esa sonrisa que recuerdo, tan incrédula y atractiva. Esos ojos color avellana me dejaron sin aliento, lo veo sin camisa y caminando hacia mí. Esos abdominales, su cuerpo ejercitado es totalmente irreal, de un momento a otro me sentí muy sonrojada.

Baje la cabeza para no sentirme intimidada

-Los ojos están arriba Vera – dice levantando mi mentón

Siento como coloca el cabello detrás de la oreja, esas manos tan suaves, acaricia mi rostro acercándome a mi oreja – Vamos a desayunar – se da la vuelta y empieza a caminar hacia donde creo que es la cocina, lo seguí detrás de él, vi algunos espejos y caminé hacia uno de ellos queriendo arreglarme.

No puede ser

Estoy puesta una camisa de él que parece camisón, mis piernas están desnudas, razón que siento algo de frio, aunque me quede algo grande el camisón me siento pequeña, me sonrojo más sintiendo algo de calor en el pecho. Me siento diferente.

-Conversando contigo misma – Gabriel me asusta

-Claro que no – volví a caminar hacia donde se encuentra el y veo listo el desayuno

-Come – me da un bowl de frutas junto con un jugo de naranja y una tortilla de huevo.

Todo huele bien, es tan increíble que sepa hacer esto. No cualquier hombre se levanta y te hace un desayuno para ti. Los hombres que conozco no saben ni como poner un huevo o como calentar agua, pero él. Gabriel es totalmente perfecto.

-Gracias - digo al terminar de comer el me mira muy atento - ¿Qué?

-Nada – recoge los platos mientras dejaba en el fregadero – hora de bañarse –

-Ni loca me bañaría contigo – dije

- ¿Cuándo dije que lo haríamos juntos? – dice sonriente mientras regresábamos al cuarto enseñándome el baño – aquí puedes asearte –

Me dejo ahí y regreso por algo, abrí el agua y sentí que se calentaba a mi gusto sin antes de observarme en el espejo y sentirme algo incomoda con mi cuerpo, agarré la camiseta y la saque dejando ver el sostén que llevaba puesto.

-Yo... aquí está tu ropa – Gabriel me da con ojos abiertos y las toallas me da con la otra mano

-Gracias – la tome sintiendo su mano

...

Gabriel estaciona no muy lejos de casa, sacando el tema del porque estoy con él. No entiendo como paso todo, fue muy rápido y hasta ahora no puedo procesarlo.

Él fue quien me encontró ayer en la noche llorando, se quedó conmigo hasta que llegue al punto de salir sola, pero él no me dejo ni un solo segundo aun cuando estaba tomada. Tomo mi celular viendo que está totalmente muerto. Mi madre me hubiera llamado miles de veces, también Alex y Nora.

Como se me pudo olvidar eso

-Enserio no debiste hacerlo, que pena que me vieras de ese modo – lagrimas salen de nuevo – no soy una persona así normalmente... -

-No hay que llorar – me toma del rostro – según he visto en ti hasta ahora es que eres una persona muy bella por dentro y por fuera, no te subestimes, eres mejor de lo que crees – cierro los ojos tapándome con sus manos, siento como el me abraza y me levanta de mi asiento hacia sus piernas, se siente cálido y confortable.

Me acomodo en su hombro, acostándome literalmente en su pecho, de un segundo a otro pasa un carro a toda velocidad, salto de un susto mientras los dos reímos. El sonido de su sonrisa me reconforta, me agrada.

-Me gusta tu sonrisa – dice coqueto

-No molestes – miro hacia otro lado

-Lo digo enserio, tu sonrisa es tu joya – nuevamente coloca un cabello detrás de mi oreja – lo es porque ilumina tu rostro – me toma del rostro – se lo que digo, te ves mejor que cualquier chica que he conocido -

- ¿Por qué tan cariñoso de repente? –

- Porque tienes que saber que eres perfecta – Me deja sin palabras – Eres perfecta así – me ve de pies a cabeza

Mierda

Me sonrojo involuntariamente, sonrió mientras me siento nuevamente en el copiloto arreglándome el cabello y sentí que él se adelantó con su mano moviendo mi cabello detrás de la oreja, su gesto es simplemente bello.

Sin pensarlo dos veces salgo del auto sin antes de despedirme con un beso en la mejilla, camino lo más rápido que pude hasta llegar a casa. Cierro la puerta detrás de mi mientras me tocaba los labios con el índice recordando lo que hice. Me asusto de repente cuando mi madre me habla desde la cocina, sé que está molesta.

- Vera Cecilia Ellis, ¿Dónde estabas? – camina hacia mi molesta – Te estado llamando y no me contestas – me abraza y caricia mi cabello – Estuve tan preocupada toda la noche que no pude dormir bien –

-Mi teléfono murió y no tenía con que cargarlo – conteste con la verdad, busco mi teléfono en el bolsillo y mi pecho se alboroto al no sentir ahí – Ay no... -

Debe estar ahí

No me digas que...

Mierda

¿Y ahora que hare sin mi teléfono?

Siento que la sangre sube a mi sistema recordándome que deje en el auto de Gabriel, estoy segura que él ya le había visto, si no estoy mal lo deje en el asiento o tal vez se me cayó al rato de venir casi corriendo a casa.

Ya perdí el celular

¿Cómo le digo a mi madre que lo perdí?

¿Y si lo encontró y no me quiere devolver?

-Está bien – dice mi madre – Para la siguiente vez lleva el cargador – asentí

Al ver que ella regresaba a la cocina escuche el timbre de la casa, no lo usamos mucho, mi madre se volvió a dar la vuelta con cara de si no voy abrir la puerta. Asentí nuevamente y camine hacia la puerta, abro y mis ojos abrieron al verlo.

Cuando te vi ✔ COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora