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Han pasado días, si no estoy mal es el cuarto día que estoy aquí. Estoy segura de tener miles de llamadas y mensajes de ellos. Me da ansiedad de pensar en todo lo que paso, hago memoria en las escenas y lo último que recuerdo, algo no encaja.

¿Quién disparo a quién?

¿Dónde se fue Gabriel?

El tipo del otro día, lo odio. Odio lo que dijo.

Gabriel no es como él lo dice, es atento, bastante gentil y sé que me ama. Me ha demostrado varias veces, cuando estuve en el hospital, luego me escapé con él. Cuando me entregue, él lo manejo mejor de lo que esperaba. El primer beso o cuando lo conocí por primera vez en aquel bar.

¿Gabriel... dónde estás?

Al recordarlo de nuevo las lágrimas caen por el rostro, todavía mantengo mi fe que regresará y me ayudará en salir de aquí. Mi rostro está a medio dormir, estos días la he pasado fatal, el cuello, las extremidades duelen. No quiero moverme del estado que estoy. Estoy sentada junto a la pared hace dos días, mis brazos abrazan las piernas y mi cabeza cae por el sueño.

Ya no puedo más, quiero que todo acabe.

Luego de varios minutos escucho algo afuera de la localidad que estoy, intento levantarme e ir a la única ventana que hay, para ello debo ponerme en puntillas y lograr ver bien lo que pasa. Hay muchas personas afuera, la mayoría son policías, detrás de sus autos. Todos apuntan a la puerta.

La puerta del cuarto se abre y al dar vuelta el mismo tipo me tapa la boca mientras me empuja que camine, bajamos varios pisos junto con más personas detrás nuestro. El mueve su mano derecha buscándose algo y veo que saca una pistola de su pantalón. Intento gritar cuando con su arma que apunta a mi cabeza, con miedo cierro los ojos.

-No cierres los ojos, tienes que seguirme la corriente – lo dice en la oreja – si haces cualquier movimiento, tirare del gatillo – ríe con amargura, su vos huele a cigarro y a licor – terminemos con esto – se lo dice a los demás.

- ¿Listos? – alguien de mi lado también saca su pistola igual que los demás.

- Estoy más que listo – el tipo sigue con su pistola en mi cabeza.

Me sigue empujando y salimos del edificio, esta vez la pistola esta con más fuerza en la cabeza. Cierro los ojos por unos segundos y al volver abrirlos veo a Gabriel.

-Bajen sus armas – los policías gritan

-Lo haremos si ustedes lo hacen primero – dice el tipo que está detrás de mí.

Los policías ceden, bajan las armas. En cambio, el no baja el arma de la cabeza. Me obliga que siga caminando y nos quedamos en la mitad entre ellos y el edificio.

-Repito, baja el arma y hablemos como civiles –

-No... no lo hare –

A un lado me doy cuenta que alguien se aproxima, es una mujer policía y lo sorprende detrás del tipo colocando su pistola en su cabeza como a mí.

-Lo harás porque quiero, baja el arma o disparo – lo dice con dureza – las manos en la cabeza -

El me suelta y se arrodilla con sus manos en la cabeza. Cuando me doy vuelta me regresa la mirada mientras baja sus brazos a la espalda. La mujer policia se ve que es delicada y ruda a la vez.

Una combinación perfecta de una mujer policía.

Regreso a mi camino veo a Gabriel viniendo hacia mí, reencontrarme de nuevo con él, al abrazarlo un calor y su perfume inunda mis sentidos, de nuevo me siento como en casa. Todas las emociones están mezcladas, necesito un abrazo. De esos que te hacen llorar.

Cuando te vi ✔ COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora