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Escuché los pasos acercándose, tocando la madera y ascendiendo por las escaleras. Cerré los ojos cuando se acercaron aún más, sintiendo la madera vibrar bajo ellos. Sabía que no era una persona, sino dos.

La puerta de mi habitación se abrió y escuché susurros. La habitación seguía a oscuras, mientras yo estaba acostada de medio lado en mi cama, con el edredón cubriéndome hasta el cuello. Un último susurro llenó el ambiente y luego, el sonido de la puerta cerrándose despacio resonó en el aire.

Abrí los ojos y salí de la cama de inmediato, acercándome con cautela a la puerta y pegando el oído en ella. Escuché cómo bajaban de nuevo al primer piso y luego percibí el sonido proveniente de la televisión.

Aseguré la puerta y me volví con nerviosismo. No suelo hacer esto, no me está permitido y tampoco es de mi agrado, ya que entiendo perfectamente las razones detrás de esa prohibición. Sin embargo, mi deseo de ir es tan intenso que, en contra de todo pronóstico, tomé mis botas militares y me aproximé decidida a la ventana. Con sumo cuidado, abrí el ventanal y me deslicé hacia afuera, sosteniéndome firmemente del árbol que descansaba junto a ella.

Bajo un cielo estrellado, salto sobre el césped en medio de la noche y me dirijo corriendo hacia el automóvil que me espera. Desde el asiento del copiloto, Taylor se inclina y abre rápido la puerta para que pueda subir, mientras sus ojos, acompañados de una sonrisa cómplice, se clavan en los míos.

—¡Acelera, acelera! —grito al subir, volteando un segundo para mirar mi casa por última vez.

Pisa el acelerador y nos alejamos rápido.

—¿Tus padres no sospecharon?

—Espero que no. Hice como si estuviera dormida cuando ambos abrieron la puerta de mi habitación para verificar si estaba en casa un viernes por la noche. No son ingenuos, ¿sabes? Y aún les cuesta confiar. —Me coloco los zapatos.

Un sentimiento de pesar me invade al recordar que al hacer esto, les doy aún menos razones para confiar en mí.

—Bien. No te desanimes por eso —responde, intentando animarme a seguir adelante—. ¿Por qué tienes esa expresión? No me digas que te arrepentiste de venir.

—No es eso. —Niego rápido—. Solo me preocupa cómo vamos a entrar. Aún no me has dicho nada al respecto y quiero evitar problemas, Taylor.

Me mira por un momento, con una mirada divertida.

—Tengo un plan.

—¿Nos meterá en problemas?

—No.

—De acuerdo.

Hace unos días en el instituto, Taylor me habló de una banda de rock local que se estaba volviendo muy popular. Me hizo escuchar varias canciones y me encantaron. Me convenció para venir al concierto de hoy, pero sabía que mis padres no me dejarían, así que no tuve más opción que escaparme.

El dilema radica en que todavía somos menores de edad, pero dentro de unos meses eso cambiará. No obstante, el acceso al evento es exclusivo para adultos.

Observo por la ventana cuando siento que nos acercamos. Hay filas que se extienden por más de cuatro cuadras fuera del bar.

—Hay mucha gente —digo más para mí que para ella, aunque sé que me oyó.

—Cuando revisé Twitter la última vez, el concierto de hoy estaba en tendencia. —Nos miramos un segundo.

Encontramos un espacio libre en un estacionamiento cercano. Cuando apaga el motor, las dos salimos del coche al mismo tiempo y comenzamos a caminar.

| 1 | LOVE: LA NOTA PERFECTA ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora