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Cuando ingresamos a mi calle, no espero a que se detenga frente a mi casa, y salto de la moto. Estuve a punto de caerme, pero me recompuse enseguida.

Él estaciona en la acera y me mira con seriedad.

—Conduces como un maldito loco. —Lo señalo con el dedo y le entrego su casco de mala gana—. Podrías habernos matado.

—Sigues con vida, deja de quejarte y agradece. —Cruza los brazos sobre el pecho y me mira con expresión de estrés.

—No te voy a agradecer nada —Lo miro con desprecio.

Observa a los lados y luego hacia mí.

—Estás histérica por nada. —Hace un gesto con las manos, insinuando que todo esto es ridículo. Observo la moto con inseguridad y él se percata de ello—. No te gustan, lo noté.

—Y a pesar de eso, decidiste ir a toda velocidad —reprocho.

—Enfrentar los miedos es la mejor manera de superarlos.

—Ve y dile eso a alguien que le importe. —Hago un gesto con las manos, echándolo para que se largue, pero doy varios pasos atrás, nerviosa, cuando se baja de la moto con esa cara intimidante que muestra cuando quiere—. De todas formas, no pareces ser el tipo de chico que va tranquilo en una motocicleta así —añado antes de que llegue hasta mí.

—No lo soy —Me mira directamente a los ojos al alcanzarme—, pero si no hubieras sido tan ruidosa en el camino, habría hecho una excepción.

Algo golpea contra mi pecho y siento cómo mis latidos se aceleran debido a eso.

—No te creo.

Ladea la cabeza con una acción tan relajada que mi corazón se acelera aún más.

—No tienes por qué creerme.

Una suave brisa acaricia nuestros cabellos mientras seguimos mirándonos sin apartar la vista.

—Debería entrar ya —menciono y sabiendo que es lo correcto, agrego—: Gracias.

Él continúa observándome, detallándome con un ligero ceño fruncido.

Le doy la espalda y camino hacia el árbol junto a mi ventana. Me detengo en seco, miro atrás y nuestros ojos hacen contacto por última vez. Él sigue ahí, mirándome fijamente. Regreso la mirada al frente y continúo avanzando. Escalo con cuidado, aferrándome a las ramas hasta llegar a la ventana. Al pisar el suelo de madera de mi habitación, me volteo y aún lo veo allí.

Bajo la mirada al piso, sintiéndome extraña, y cierro las cortinas. Pasado un minuto, escucho el ruido de su moto alejándose.

Observo mi habitación y doy vueltas en ella sin encender la luz.

Mi mente está despierta y todo me lleva de vuelta al chico de ojos intensos. Cojo mi móvil de la mesita de noche, descubriendo que tengo llamadas perdidas y mensajes de Taylor.

Gracias a Dios, tenía el móvil en silencio, por lo que no llamó la atención de mis padres, quienes probablemente ya estén dormidos, dado que son las tres de la madrugada.

Abro el chat y comienzo a leer. Los mensajes fueron enviados con apenas unos minutos de diferencia.

Taylor: ¿Dónde estás? La policía ha llegado y están registrando a algunas personas.

Taylor: Logré salir del bar. ¿Todavía estás adentro?

Taylor: Mila, por favor, responde.

Taylor: Maldición, no me digas que dejaste tu móvil en casa.

| 1 | LOVE: LA NOTA PERFECTA ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora