Miriam

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Eran las 6:30 de la mañana cuando ya estaba en pie trasteando en mi cuarto de baño mientras me preparaba para salir de casa. Iba vestida con una mini falda negra, unas medias para no pasar tanto frío, unos botines y una jersey color crema. Por supuesto no salía de casa sin mi abrigo, mi bufanda y aquel día acompañada también de un gorro de lana. Era el outfit perfecto para aquel día. 

Salí de casa a las 7:15, todavía quedaba un cuarto de hora para la hora acordada y calculaba llegar al local en diez minutos. Decidí esperar en la puerta a que mi cita llegase, me parecía que quedaría mucho mejor si la esperaba fuera. Eran las 7:40, estaba congelada de frío pero por fin mi compañera se acercaba a paso rápido, seguro que se había quedado dormida, le costaba mucho madrugar. 

- Hola, buenos días!- Le saludé carismáticamente 

- Hola, lo siento, me quedé dormida. Odio madrugar.- Dijo con voz ronca y aun con cara de dormida. 

- Me lo imaginé, pero no te preocupes solo fueron diez minutos.- Solté una pequeña carcajada, su cara de recién levantada me hacia mucha gracia.- ¿Entramos? 

Seguidamente entramos al establecimiento, fue muy educada y me aguanto la puerta mientras pasaba. No podía borrar la sonrisa de mi cara. Vi como observaba el espacio mientras caminábamos hacia la barra. De nuevo se encontraba el dueño de la cafetería. 

- Buenos días, ¿que desean?- Preguntó el hombre aun sin levantar la vista de su tarea. 

- Lo mismo de ayer.- Miré a Miriam y con un gesto le pregunté que iba a querer ella. Al escuchar mi pedido aquel señor levanto la cabeza clavando la mirada en mi y mostrando una enorme sonrisa.

- Pero bueno si eres tu de nuevo, que sorpresa, no pensé que regresarías tan pronto. Y además vienes acompañada...- Miró a Miriam. 

- Claro, ya le dije que volvería. Su café es un tanto adictivo aunque creo que hoy probaré el chocolate caliente.- Dije cambiando de opinión.- Además te traigo nueva clientela.- A continuación Miriam pidió un café, ella si necesitaba despertar. 

- Estupendo. Coged asiento ahora mismo os serviré.- Dijo de manera agradable haciendo un gesto con la mano señalando las mesas libres. 

Miré a Miriam y le hice un gesto para que nos sentáramos mientras esperábamos nuestro pedido. 

- ¿Porqué no nos sentamos allí?.- Dijo señalando la mesa que el día anterior había sido ocupada por mi. 

- Creo que es mejor que nos sentemos aquí.- Me dirigí a una pequeña mesa que se encontraba cerca de la otra. No quise comentar nada más al respecto aunque ella se quedo un tanto sorprendida ante mi decisión.  

- ¿Que te parece este sitio? Te dije que era increíble...- Le comenté una vez ya estábamos sentadas una enfrente de la otra. 

- Bueno, sinceramente no me parece nada del otro mundo, no entiendo que pinta aquí una estantería llena de libros antiguos, hoy en día nadie lee y si alguien quiere leer lo hace desde el teléfono o el ordenador. Y la decoración es un tanto extraña, antigua diría yo.- Miraba el espacio con cara de despreció. 

Sus palabras me dejaron cortada y sorprendida, no pensé que tuviera esa visión de este espacio. Esperaba que pudiera apreciar la magia que desprende este sitio. No sabia que decir, menos mal que aquel hombre llego justo a tiempo para acabar con el incómodo momento. 

- Aquí tienen su desayuno, que aproveche señoritas.- Dejó las tazas y mi croissant sobre la mesa. Como el día anterior aproveche el calor que desprendía la taza para rodearla con mis manos y calentarlas. 

Una vez volvió a su trabajo ambas empezamos a devorar nuestro desayuno. Le ofrecí un poco de mi chocolate caliente para demostrarle que todo estaba exquisito en este lugar. Ella me lo agradeció y entablamos una conversación. Hablamos de diversos temas, entre ellos de un trabajo que tendríamos que llevar acabo para la próxima semana. Le ayudé a escoger un tema, ya que yo lo tenia muy adelantado.                                                                  

Estaba tan concentrada en la conversación que no me di cuenta de que aquella chica había vuelto a entrar la cafetería. Cuando me quise dar cuenta se dirigía hacia nosotras. 

- Buenos días, que aproveche.- Dijo educadamente pasando por nuestro lado. A continuación ocupo su sitio habitual. No me dio tiempo a contestar, dirigí mi vista a ella para agradecerle con algún gesto. Nuestras miradas se volvieron a cruzar haciendo que de nuevo agachara la cabeza. 

- ¿Nos vamos ya? vamos a perder el metro.- Me preguntó Miriam. 

- Si, si por supuesto.- Conteste yo algo nerviosa. Me dirigí a la barra para hoy si, poder pagar mi desayuno. 

- Le vuelvo a repetir que estaba todo exquisito, ¿hay algo que le salga mal?- Le pregunté amablemente a aquel hombre.-¿Cuanto le debo?- Se dirigió a su máquina registradora entregándome a continuación un ticket con el precio total. Sin ninguna duda y sin resistencia por parte de Miriam, invite yo a aquel delicioso desayuno. 

Me despedí de aquel hombre, Miriam se había adelantado y estaba esperando en la puerta. Pusimos rumbo a clases para empezar una larga jornada de estudios.        

El día transcurrió bien, aunque un poco lento ya que yo me sentía bastante incomoda. No entendía el comportamiento de Miriam hoy en la cafetería. De nuevo le pregunté si mañana nos volvíamos a encontrar en el mismo sitio y así volver a repetir lo de hoy. Finalmente acepto mi propuesta. 

Cuando nos volvamos a encontrarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora