Aquel día estaba dispuesta a retomar el contacto con mis abuelos paternos para hablarles sobre mi idea de volver a juntarnos todos, para mi estaba siendo complicado pero lo quería hacer por ella, se lo merecía. Cuando llegue a la golondrina pedí a Oscar mi café diario acompañado de mi croassan de chocolate. Ya no hacía falta que me acercara a la barra porque él se sabía mi comanda de memoria, de hecho muchas veces ya me lo tenia preparado, pero a mi me gustaba acercarme para darle los buenos días. Después de acomodarme en la pequeña mesa y de haber dado varios sorbos cortos a mi café, decidí llamar.
- ¿Laura?- Habló primero mi abuela, mis nervios recorrían mi cuerpo, hacia demasiado tiempo que no escuchaba su voz.- ¿Eres tu, hija?
- Hola abuela, si soy yo.- Contesté algo avergonzada, menos mal que solo era una llamada.
- ¡Que sorpresa mi vida! Cuanto tiempo...- Escuche como llamaba a mi abuelo para que se uniera a la conversación.- Tu abuelo esta aquí, he puesto el manos libres.
- Hola abuelo.- Hubo un silencio incómodo hasta que mi abuelo saludo también sin creer aún que fuese su nieta la que hablaba.
- ¿A que viene tu llamada? ¿ha pasado algo?- Preguntó mi abuela.
- No no, esta todo bien. Es solo que...- Volví a dejar un silencio entre medio a causa de mis nervios.- Ayer estuve pensando en mamá, desde que ha empezado a trabajar de nuevo apenas tiempo de nada, se le nota cansada y ha empezado a perder peso. Ella intenta mostrarse contenta pero se que le esta costando sobrellevar todo. He pensado en hacer una cena familiar por noche buena, podría ser una manera de devolver todo lo que ella hace por mi. Estoy segura que le haría mucha ilusión encontrarnos a todos reunidos de nuevo.
- Nos parece perfecto hija, todo lo que podamos hacer para ayudar... cuenta con ello. Nosotros también tenemos muchas ganas de veros y estar de nuevo reunidos con vosotras. Os echamos de menos.- Respondió mi abuela.
- Gracias abuelos, de verdad.
- De nada cariño. Nos vas avisando de todo.- Pidió.
- Sí. Adiós abuelos que paséis un buen día. Os quiero.- Contesté recibiendo lo mismo por su parte.
El primer paso estaba dado, me había quitado un enorme peso de encima, se me hizo muy raro volver a hablar con ellos después de tanto tiempo, sabía que mi madre seguía teniendo algo de contacto con ellos de vez en cuando y que les ponía al día sobre mi. Aún se me hacia difícil volver a imaginar aquella estampa familiar de nuevo en mi casa, aunque seguiríamos sin estar todos, siempre faltaría lo más importante, sin él nunca estaríamos completos. La siguiente llamada fue a mi abuela materna, sabía que mi abuelo estaría trabajando en el pequeño huerto que tenían en el jardín, le encantaba pasar horas arreglando sus tomates, siempre tenia que tenerlo perfecto por su competencia con el vecino. Mi abuela se alegro mucho al recibir mi llamada, aunque hablaba frecuentemente con ellos, es verdad que había estado algo más desaparecida y que la llamara personalmente le sorprendió. En seguida aceptó la invitación y al igual que mi abuela paterna me dijo que cualquier cosa que necesitara ella estaría disponible. Me contó que en cuanto apareciera alguno de mis primos por casa les haría comprar los billetes de ave.
Mi día iba mejorando y cada vez estaba más contenta por ver como mi idea comenzaba a dar sus frutos, mi familia estaba avisada y ahora solo faltaría organizar la cena. Para la decoración había pensando en pedir ayuda a mis amigas, una de aquellas tardes aburridas de vacaciones seguro que no les importaría pasar un rato conmigo. No me planteaba la idea de avisar a Miriam, sabía que ella no aceptaría, tampoco es una apasionada de la navidad y aquel tipo de cosas le sobraban. A la salida de la universidad decidí proponerlo.
- ¡Chicas! me preguntaba si os gustaría venir a pasar alguna de estas tardes de vacaciones a mi casa, he pesando que podríamos pasar algo de tiempo juntas y echarme una mano con la decoración navideña.- Propuse.
- ¿Quien eres y que has hecho con nuestra amiga?- Pregunto Marta provocando la risa de todas.
- ¡Marta! Enserio... necesito vuestra ayuda.- Dije intentando parecer molesta pero volví a estallar en risas.
- ¿Que tienes pensado hacer?- Preguntó Clara, ella era la más sensata del grupo y se interesó por ver que necesitaba.
- Quiero preparar una sorpresa para mi madre, últimamente esta muy cansada con su nuevo trabajo y después de todo lo que hemos pasado creo que merece tener alguna recompensa.- Expliqué.- Me gustaría decorar la casa con temática navideña, hace años que no le dejo decorarla y se que a ella le encanta, tengo algo de dinero ahorrado para comprar todo lo que nos haga falta. Además estoy preparando una cena familiar para volver a reunirnos todos, por supuesto vosotras estáis más que invitadas si queréis.
- Cenar creo que va a ser misión imposible pero cuenta conmigo para preparar y organizar todo. ¡Que emoción!- Respondió Clara.
- ¿Y tu Marta? Prometo comprarte mucha cerveza y esas patatas que tanto te gustan para que no pierdas fuerzas mientras ayudas.- Puse mi cara de cachorrillo a la que no pudo resistirse, pero creo que la comida ayudo más. Ella es una floja adicta a la cerveza y a sus patatas con vinagre, sabía que no podría resistirse a aquello.
- Está bien, pero que conste que solo acepto por esa cerveza y mi patatas favoritas.- Dijo levantando su dedo índice en modo de amenaza. En realidad sabía que aceptaría sí o sí, son las mejores amigas que se puede tener.
- Os quiero mucho chicas. Gracias por todo.- Dije poniéndome algo sentimental.
- ¡Nosotras si que te queremos amiga!- Dijeron las dos al unísono.
Y así comenzó todo...
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Cuando nos volvamos a encontrar
RomanceDos personas destinadas a que sus caminos se crucen para así cambiar sus vidas repentinamente sin esperar todo lo que sucederá después, y es que hay cosas tan inexplicables que solo se pueden entender viviéndolas en la propia piel, adentrándonos en...