No puedo estar contigo

4 0 0
                                    

Por fin la noche había llegado a su fin. No había dormido nada pensando en mi relación con Miriam, en como me había tratado y sobre todo como me había comportado con Olivia. Era lo que más me preocupaba, después de todo lo que ella ha hecho por mi, me ha ofrecido, me ha ayudado, me ha apoyado y me ha aconsejado, además de haberme ofrecido su hogar para dormir y refugiarme en uno de mis peores días. Me sentía fatal por haberle hecho aquel desplante anoche, después de ver su rostro entristecido sentí que algo dentro de mi no estaba bien, que ella no merecía que la tratara así, sabía que me estaba equivocando con aquella decisión.
También dejé muy preocupada a mi madre que al llegar de trabajar anoche y encontrarme en aquel estado, estuvo intentando durante horas comprender que me pasaba, cosa que resultó imposible porque no era capaz de hablar. Solo podía decirle que todo estaba bien, que solo había tenido un mal día en la universidad. No quise cenar con ella, mi estómago se había cerrado por completo y me mantenía con el desayuno que me había preparado Olivia aquella mañana.

Salí de casa sin hacer demasiado ruido, no quería despertar a mi madre para que pudiera descansar y aprovechar que hoy trabajaba de tarde. Llevaba días haciendo jornada completa y apenas podía descansar. Cada vez se apreciaba más su delgadez y se veía reflejado en su cara el cansancio acumulado.
Me encaminé hacia la universidad no sin antes pasar por la golondrina para ingerir un café que recargará mis pilas. Cuando llegué me pare frente a la puerta contemplando a Oscar trabajar a través del cristal. A veces pienso que me gustaría ser como él, siempre con una sonrisa preparada para ti y para dar lo mejor de si mismo al resto. Envidio como una persona que ha perdido tanto y ha pasado por tantas cosas, este dispuesto a regalar algo tan bonito a los demás. No vengo a este sitio solo por el café riquísimo que prepara, vengo porque tan solo verlo durante un rato ya me alegra un poco el día.

Dirigí mi mirada a nuestra mesa, sin poder evitar que diferentes momentos pasen como flashes por mi cabeza; la primera vez que nos vimos, cuando le conté que me gustaba Miriam, incluso el día que le confesé que había pasado la tarde con ella. Apenas la conocía de una semana pero se había ganado mi confianza, me había hecho pasar ratos increíbles, me había cuidado y me había protegido. No pude evitar soltar unas lágrimas que rápidamente aparté con mis manos. Mi mirada estaba tan fija en aquel rincón que apenas me di cuenta de que Olivia se encontraba a mi lado acariciando mi hombro por encima del abrigo.

- ¿No quieres entrar?- Preguntó confusa por la situación mientras yo no pude evitar pegar un pequeño bote por el susto.

- Perdona, me has asustado. Estaba concentrada en algo y no me he dado cuenta de que estabas aquí.- Dije sincera.- Me voy ya, iba a entrar a por un café pero tengo el estómago cerrado y prefiero no comer nada.

- Aún es pronto, ¿porque no entras y pedimos ese café? Te invito yo...- Pidió casi con un tono de súplica. Parecía preocupada por lo sucedido la tarde anterior.

- He dicho que no. Me tengo que ir, llego tarde.- Dije cambiando mi tono de voz a uno más borde.

Conseguí soltarme del agarre de Olivia y me encaminé hacía la universidad. Me sentía muy mal por tratarla así pero ¿que podía hacer? me encontraba entre la espada y la pared. Quería estar con ella pero al fin y al cabo solo es una desconocida que conocí hace unos días y Miriam es mi novia, no puedo renunciar a ella.
Llegando a la universidad volví a divisar a Miriam con David en el mismo parque que la anterior vez. Hablaban muy cerca el uno del otro y parecía que algo les hacía mucha gracia ya que no paraban de reír. No se en que momento ella me vio pero se despidió de manera seria de David, a ambos les cambió la cara. Se aproximó a mi dejando un corto pico en mis labios.

- Buenos días amor.- Dijo con entusiasmo volviendo a cambiar la cara a una más sonriente.- ¿que haces aquí?

- Buenos días a ti también. Que contenta estás hoy, ¿no?- Le sonreí de vuelta.

- Como quieres que no este contenta si ya de buena mañana me encuentro con esta preciosidad.- Me halagaba.- ¿De donde vienes?- Volvió a preguntar.

- Bueno me alegro de alegrarte tanto la vista.- Le guiñé el ojo acompañada de una sonrisa socarrona.- Vengo directamente de casa.

- ¿No has pasado a por un café?- Preguntó

- No, no tenía hambre y he preferido venir directamente a la universidad.- Pareció quedarse más tranquila cuando le aseguré que no había pasado por la golondrina.- ¿Y tu que haces aquí tan pronto?

- Ya sabes, con mis colegas. ¿Vamos tirando? Al final se nos ara tarde.- Insistió tirando de mi mano.

La mañana pasó sorprendentemente rápida, Miriam había estado atenta y cariñosa conmigo. Habíamos entregado el trabajo conjunto que acabé haciendo yo sola a causa de nuestro enfado y recibimos las felicitaciones de nuestra profesora alegando que era exactamente lo que había pedido. Después de haber estado varios días ausente en clases esto me había levantado el animo. Mi novia también había tenido el detalle de felicitarme por el trabajo realizado y confirmó que ambas hacíamos un buen equipo.
Después de salir de clases, hicimos nuestro camino correspondiente de vuelta acabando en su casa después de mucha insistencia por su parte.

Cuando nos volvamos a encontrarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora