Eras las 6:30 de la mañana. Me levanté con los ojos rojos e hinchados por el día de ayer y muy cansada, apenas había podido dormir cuatro horas en toda la noche. Me había despertado varias veces con pesadillas, pensando en todo lo que había ocurrido. Me levanté y salí de casa antes de que mi madre se despertara, no quería cruzarme con ella y someterme a todas sus preguntas.
Decidí pasar por la Golondrina, no tenia demasiada hambre por no decir nada pero me apetecía tomar algo calentito y porque no poder hablar un rato con Oscar, no se como lo hacía pero siempre conseguía sacarme un sonrisa.
Y allí me encontraba, apoyada en la barra de oscura madera esperando a que Oscar me atendiera.
- Hola pequeña. ¿Que tal?- Me preguntó educadamente y con una sonrisa en la cara.
- Hola Oscar. Bien, un poco agobiada con las clases. He pesando que un café bien calentito me vendría bien para coger fuerzas.- Por la cara de Oscar sabía que no se había tragado mi excusa, mi cara lo decía todo. Ni mil kilos de corrector para ojeras había conseguido disimularlas.
- Por supuesto, ya sabes, coge asiento y ahora mismo te sirvo.- Dijo mostrándome un sonrisa torcida.
Me dirigí a la mesa que compartía con Olivia. Mientras esperaba a que me sirviera, me acerque a la enorme estantería y cogí el libro que tanto me había cautivado. Lo abrí por la página correspondiente encontrando otra vez un pequeño trozo de papel dentro. Era justo por donde dejé la lectura hace un par de días cuando vine a disculparme con Oscar y Olivia. Ya me había encontrado con esta sorpresa tres veces. Pensé que quizás alguien estaba leyendo este libro también pero era demasiada casualidad que siempre se quedará en la misma página que yo. Además, siempre lo encontraba en el mismo sitio donde lo dejaba el día anterior.
Oscar dejo el café en la mesa, casi no me di cuenta de no ser porque justo llegó Olivia sentándose frente a mi y empezando así a hablar con Oscar para hacer su pedido. Escuchaba atentamente la conversación entre ambos mientras disimulaba escondida detrás del libro haciendo ver que leía. Cuando él volvió a su faena, aproveche para saludar a Olivia con un buenos días y un media sonrisa. Ella amablemente me devolvió el saludo mientras posaba su ordenador encima de la mesa y lo ponía en marcha. Me creaba curiosidad saber que hacía, quizás era su trabajo y venía aquí en busca de tranquilidad o quizás solo realizaba concentrada algún trabajo para sus estudios. Era demasiado pronto para preguntar, podía pensar que era una entrometida por preguntar a una apenas desconocida.
Oscar llegó para dejar el desayuno de Olivia. Aquella mesa empezaba a quedarse pequeña para ambas a si que decidí apartar algunas de mis cosas dejando más espacio. Ambos me miraron con una sonrisa y una mueca de agradecimiento.
- ¿Otra novela?- Preguntó Oscar a Olivia.
- Si, ya sabes, los de la editorial dan un tiempo de margen y aun me queda bastante para tenerla totalmente acabada.- Respondió ella.
- Las historias tienen que fluir y cada una tiene y necesita su tiempo, no entiendo porque tanta prisa. Lo único que hacen es que los escritores no expresen todo lo que quieren.- Dijo él algo indignado.
- Pues si Oscar, pienso lo mismo que tu pero es una oportunidad que no puedo perder, ya sabes lo que me ha costado llegar hasta aquí.- Dijo algo apenada.
Oscar paso su mano por el cabello de Olivia propinándole una suave caricia mientras le mostraba una gran sonrisa. Una sonrisa de orgullo. Me encantaría saber la historia de estos dos, como se conocieron, porque se tienen tanto cariño, ¿se conocerían de antes?... Olivia me miró de reojo mientras tomaba un sorbo de su café. Me puse nerviosa ya que me había pillado mirándola mientras todas las preguntas anteriores pasaban por mi cabeza. No supe como disimular, así que lo primero que se me vino a la cabeza fue hablarle.
- ¿Escribes?- Dije atropelladamente.
- Si, o eso intento.- Soltó una pequeña carcajada.
- Lo siento, solo que no pude evitar escuchar la conversación con Oscar.- Dije arrepentida, intentando arreglar lo estúpida que había debido de sonar anteriormente.
- Oh no, tranquila.- Desvió su mirada del portátil para mirarme a mi.- Escribo desde hace mucho tiempo, mi sueño es ser escritora y hace un tiempo conseguí que una editorial aceptase leer una de mis historias dándome así la oportunidad de publicar una junto a ellos. Vengo aquí en busca de un poco de tranquilidad e inspiración.- Me explicó.
- Eso es genial. Seguro que les encantará y tendrá mucho éxito.- Le dije alegremente.
- Muchas gracias, eso espero.- Me devolvió una sonrisa.- Por cierto, ¿estás bien? No quiero entrometerme ni quiero que te molestes como la anterior vez. Solo cuéntame si quieres.
- Mmmm... pues la verdad es que llevo un par de días algo malos.- Respondí con la mirada fija en mis manos. Supongo que mis ojeras y mi mala cara me han vuelto a delatar.
- ¿Puedo preguntar porque? Ayer te vi muy bien con tu novia.- Su respuesta me sorprendió.
- ¿Mi novia?
- Si, ayer vi como te besabas con aquella chica.- Dijo con una media sonrisa.
- Oh no.- Me quede pensativa.- En realidad no sé si se puede considerar como tal, no hemos pasado de apenas un par de besos. Ni siquiera se que siente ella por mi.- Contesté cabizbaja.
Ambas nos quedamos calladas, supongo que Olivia tampoco sabia que contestarme a aquella confesión. Ni yo misma sabría que decirme. Me di cuenta de la hora, llegaba tarde otra vez. Me levanté de la mesa despidiéndome rápidamente de Olivia mientras me ponía mi abrigo y cogía mi mochila, dejando el libro sobre la mesa. Si era sincera no me apetecía ir a clases, hoy no era un buena día y no quería cruzarme con Miriam. La charla con Olivia estaba siendo muy interesante y por un momento había conseguido evadirme de todos los problemas. Salí disparada dejando el dinero sobre la barra y despidiéndome de Oscar con un saludo desde la puerta.
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Cuando nos volvamos a encontrar
RomanceDos personas destinadas a que sus caminos se crucen para así cambiar sus vidas repentinamente sin esperar todo lo que sucederá después, y es que hay cosas tan inexplicables que solo se pueden entender viviéndolas en la propia piel, adentrándonos en...