Después de la conversación con mi familia había seguido dandole vueltas intentado encontrar al culpable de que una pequeña bola de pelo recorriese mi casa. Había pensando en Miriam, mi madre no tenia idea de la existencia de esta y por eso no la había mencionado, pero por mi cabeza pasaba la idea de que pudiera haber sido ella. Me encontraba al día siguiente, mis abuelos ya habían puesto rumbo a sus respectivas casas de nuevo, haciéndonos volver a la rutina a mi madre y a mi. Aunque estábamos de vacaciones, ella solo tenia derecho en los días más señalados y yo tenia que seguir dandole caña a los estudios, no quería confiarme y que la vuelta me costara mucho más.
Después de despedirme de mi madre, decidí meter a Maya de nuevo en su mochila y encaminarme hacía casa de Miriam. Tenía que resolver aquella duda fuera como fuese. Minutos antes había recibido una respuesta por su parte que me confirmaba que su casa estaba despejada de familiares y que no habría problema en vernos en un rato.
Conversación:
-Hola amor, ¿estás libre? Me gustaría enseñarte algo...😆
-Buenos días, me acabo de levantar pero, sí . Vente cuando quieras.
-Esta bien, espero a que mi madre se vaya a trabajar y voy para allá. ¡Que ganas de verte!
-😘
Pocos minutos después me encontraba frente a la puerta de Miriam esperando a que me abriera la puerta. Intentaba calmar a Maya que parecía tener ganas de bajar al suelo ya. No quería que Miriam la viera de primeras.
- Hola amor. Has tardado mucho en abrir la puerta.- Dije entrando y dejando un pico sobre sus labios.
- Perdona cariño, estaba acabando de recoger algunas cosas.- Contestó ella mientras nos dirigíamos al sofá.- ¿Que llevas ahí?- Dijo señalando la mochila.
- Vaya, pensé que no te ibas a dar cuenta tan rápido.- La mire fijamente agarrando la mochila para sacar a Maya de dentro.- ¡Sorpresa!
- ¿Y esto?- Preguntó algo asombrada. ¿Esto significaba que no había sido ella?
- ¿No has sido tu?- Pregunté algo nerviosa.
- ¿El que?- Parecía una conversación de dos personas tontas de la que no íbamos a salir nunca, y esto me estaba poniendo muy nerviosa.
- ¿Como que que? ¿No has sido tu la que me ha regalado a Maya?- Volví a preguntar.
- ¿No sabes quien te la ha regalado?- Dijo todavía sorprendida por la aparición de mi mascota. Negué con la cabeza.- ¡Pues claro que he sido yo! ¿Quien si no?- Exclamó repentinamente haciendo que Maya y yo nos asustáramos.
- ¿Y porque no sabías de que te estaba hablando?- Pregunté todavía confundida.
- Oh cariño, quería darle un poco de misterio...- Hubo un silencio algo incómodo.- ¿Te ha gustado tu regalo?
- Claro que me ha gustado. ¡Me ha encantado!- Había algo raro en el comportamiento de mi novia.- ¿Como sabías cual era mi raza favorita y que quería un perro? Nunca te he hablado de ello...
- Bueno... todo el mundo quiere un perrito bebé, no le tuve que dar demasiadas vueltas y sobre la raza... bueno... digamos que tengo mis contactos.- Dijo ella.
- Pues me ha encantado, muchas gracias bebé.- Me lancé a sus brazos y repartí varios besos por su carita.- ¿Quieres que salgamos a dar un paseo con Maya? Aún no puede pisar el suelo de la calle pero podemos ir a que le de el aire y a ver si se relaja...
- ¿No te apetece más que nos quedemos en casa? Mis padres aun tardaran en llegar...- Su mueca era pícara. Sabia lo que quería, pero no quería que se acostumbrar a que nuestros encuentros fuesen solo sexuales, me apetecía hacer otras cosas con ella.
- No venga... por favor...- Formé un puchero en mis labios.- Quiero salir a pasear...
- Venga vale, pero un paseo corto y donde no haya demasiada gente, sabes que me agobio.- Accedió.
- ¡BIEN!- De un salto me puse en pie cogiendo a Maya mientras Miriam acababa de alistarse.
Después de esperar a que mi novia se acabara de alistar, salimos de casa. En varias ocasiones intenté coger su mano pero fue inútil ya que, en cuanto tenía la oportunidad, me soltaba. Habíamos decidido pasear por nuestro barrio. Apenas había nadie, la gente aún se estaba recuperando de el día de navidad. Caminábamos bastante pegadas, de vez en cuando ella dirigía algún gesto cariñoso hacía Maya, cosa que me parecía enternecedora. En aquellos momentos todas mis dudas desaparecían. Era una estampa preciosa de la que no quería salir jamás.
Hacía muchos días que no sabía nada de Olivia. Desde que se fue no dió señales de vida a nadie. Seguramente estuvo disfrutando de las navidades con su familia. Según me contó, hacía mucho tiempo que no los veía y estaría aprovechando al máximo. Apenas había pensando en ella, estuve centrada en la sorpresa de mi madre, en mis amigas y estos últimos días en Maya y mi novia. Ellas estaban ocupando todo mi tiempo. Acordarme de ella en aquel momento me recordó que debía pasar por la Golondrina para desearle felices fiestas a Oscar. Hacía varios días que no me pasaba por allí y creí que era el mejor momento. Le propuse a Miriam tomar un chocolate caliente para finalizar nuestro paseo. Seguro que a Oscar no le importaría que entraramos con Maya. El paseo la había dejado agotada y se encontraba frita en el interior de la mochila.
- ¡Hola Oscar!- Dije emocionada al cruzar la puerta del local.
- ¡Pero bueno! ¿Que haces aquí?- Preguntó mientras salía de la barra para saludarme.
- Estábamos paseando y pensé en pasarme para desearte felices fiestas. Estos días he estado algo liada con las navidades, las cenas, familiares... y no he podido pasarme por aquí.- Expliqué.
- No te preocupes pequeña. Espero que tus navidades estén siendo magníficas.- Dijo.- ¿Que traes aquí?
- ¡Oh! se me olvidaba...- Abrí la mochila despacio dejando ver a Maya hecha un bolita mientras dormía.- Mi regalo de papá Noel. Te presento a Maya.
- Pero que cosita más pequeña. Está super dormida.- Los tres reímos observando a aquella bolita tan pequeña y achuchable.- Sentaros ahora mismo os sirvo un chocolate bien caliente para este frío.
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Cuando nos volvamos a encontrar
RomanceDos personas destinadas a que sus caminos se crucen para así cambiar sus vidas repentinamente sin esperar todo lo que sucederá después, y es que hay cosas tan inexplicables que solo se pueden entender viviéndolas en la propia piel, adentrándonos en...