Después de despedirme de Olivia y cruzar aquella puerta mi jornada de estudios comenzó. Había sido una mañana larga, después de aquel inicio de día con Olivia, estar encerrada allí dentro había sido una tortura. Demasiados deberes, trabajos nuevos y exámenes de diferentes asignaturas ocupaban varias semanas de mi agenda. Miriam no había aparecido hoy por la universidad. Cuando llegué y vi que no estaba me decidí a escribirle un mensaje para saber de ella. Me dijo que al parecer algo de la cena de ayer le había caído mal encontrándose así indispuesta y no podría asistir a clases hoy. Me pidió que justificara su ausencia a los profesores.
Mis amigas me esperaban fuera de clase mientras le justificaba las faltas de Miriam a el último profesor del día. No veía el momento de salir de ese lugar hoy. Cuando por fin pude deshacerme de aquella mujer, salí al pasillo en busca de mis amigas para poner rumbo a casa. Casi siempre íbamos juntas de camino al metro y después cada una cogía una dirección diferente.
- ¿Ya has hablado con la profesora?- Me preguntó Marta, una de mis amigas.
- Si ya está. Me ha tenido un buen rato hablando sobre las faltas de Miriam y que ella misma debería traer un justificante si no, no se podrían justificar sus faltas. Dudo que haya ido al medico y aquí no aceptan notas de los padres... Lo tendrá difícil para que se lo cojan.- Contesté yo.
- Bueno, ella se apañará. Tu ya no puedes hacer más de lo que has hecho.- Habló está vez Clara, mi otra amiga. Las conocí el primer año de carrera. Ellas ya eran amigas y al llegar aquí me acogieron en su grupo.
- Si, tienes razón Clara. Ahora vamos a casa, estoy reventada y en cuanto llegue tengo que comenzar con los trabajos.- Dije quejándome.
- ¿Y esa chica de allí?- Preguntó Marta a la salida de la universidad mientras señalaba en dirección a un chica apoyada sobre un coche negro.
- Esperar un momento. Ahora vuelvo.- Dije rápidamente al darme cuenta de quien era.
- Olivia ¿que haces aquí?- Pregunté sorprendida cuando estuve frente a ella.
- Hola Laura.- Mostró una sonrisa.- Acabo de terminar de escribir y he venido porque te dejaste esto en la cafetería.- Dijo sacando mi bufanda de detrás de su espalda.
- ¡Oh mi bufanda! Apenas me había dado cuenta de que no la llevaba conmigo.- Sonreí agradecida mientras tomaba de su mano aquella prenda.- Gracias. No tenías porque haberte molestado en traerla, mañana la hubiera recogido yo misma.
- Bueno, no me costaba nada traerla, pensé que tendrías frío sin ella.- Contestó.- Tengo que admitir que he venido con pocas expectativas, no sabía si te encontraría.
- Razón de más para agradecerte que vengas hasta aquí por mí. Gracias.- Dije de nuevo mientras clavaba mi vista en mis manos que jugaban con la bufanda a causa de la vergüenza.
- Mmm... Acabo de terminar de escribir después de toda la mañana y estoy algo cansada y quizás un poco muerta de hambre.- Soltó una carcajada.- ¿Te gustaría venir a comer conmigo?- Soltó como si fuera una bomba. Esta vez fue ella la que se sonrojó.
- Me encantaría pero mis amigas llevan esperándome un rato y quedamos en ir juntas hacia el metro. Además me han puesto demasiados trabajos hoy y mi tarde se va a basar en estar rodeada de libros y más libros.
- ¿Y si las llevamos hasta el metro? Les ahorramos el trayecto hasta allí y también un tiempo. Con este frío no apetece estar en la calle. Después tu y yo nos iremos a comer y te prometo que estarás pronto de vuelta en casa para poder seguir con tus trabajos.
- Está bien. Pero que consté que me sabe muy mal que las tengas llevar hasta allí.- Dije señalándola con mi dedo índice en un intento de mostrarme enfadada.- Espera aquí.
- Chicas, Olivia me ha invitado a que la acompañe a comer, a cambio os llevamos en coche hasta la estación por el tiempo que os he hecho perder.- Les expliqué una vez llegué hasta ellas.
- No se quien es esa tal Olivia. Pero me cae bien nada más que por ser tan amable y llevarnos hasta allí. Con este frío no me apetecía nada ir andando.- Dijo Marta mientras Clara asentía confirmando que ella pensaba igual.
Nos acercamos hasta el vehículo donde Olivia ya se encontraba dentro esperando a que tomáramos una decisión. Marta y Clara se subieron en los asientos de atrás y yo como copiloto. Ambas saludaron a Olivia y realicé una corta presentación. Parecía que todas se caían bien y le agradecían que las llevará hasta la estación justificando que solo habían aceptado a causa del frío. Apenas cinco minutos después estábamos estacionando el coche de Olivia frente a la estación de metro más cercana a la universidad. Ambas se despidieron de ella desde los asientos de atrás agradeciendo una vez más el gesto que había tenido con ellas. Yo decidí salir del vehículo para abrazar a cada una y despedirme. Esta vez fué clara la que me dijo que les debía una explicación sobre la repentina aparición de Olivia y yo solo pude reír.
Cuando mis amigas se alejaron para entrar en la estación, volví a subir al coche encontrándome con la mirada de Olivia. Ambas nos miramos unos instantes y a causa de mi vergüenza fui la primera en desviarla hacia la ventana disimulando mientras volvía a colocarme el cinturón.
- ¿Que te apetece comer?- Preguntó para romper aquel silencio.
- Donde tu quieras.- Contesté.- Solo puedo adelantarte que soy vegetariana.- Sonreí.
- Mmm... Está bien. Hasta ahora no había tenido el placer de comer con una vegetariana.- Dejo salir una pequeña carcajada.- Pero si conozco un sitio donde podremos comer sin problemas.
- Adelante entonces, confío en ti.- Solté de golpe.
Olivia me llevó a un restaurante vegetariano de Barcelona. Le pregunté de que lo conocía y me dijo que le gustaba probar comidas distintas. Después de comer me llevó hasta mi casa como había prometido para que pudiera continuar con mis trabajos, aunque si soy sincera, no tenia ganas de despedirme de ella. La invité a pasar y a quedarse un rato pero rechazó mi oferta justificando que tenia que ir trabajar.
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Cuando nos volvamos a encontrar
RomanceDos personas destinadas a que sus caminos se crucen para así cambiar sus vidas repentinamente sin esperar todo lo que sucederá después, y es que hay cosas tan inexplicables que solo se pueden entender viviéndolas en la propia piel, adentrándonos en...