«Secuelas de Egipto»

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Despertaste de un sobresalto con un desagradable sudor frio recorriéndote por la espalda en lo que abrazabas tus rodillas apoyando tu cabeza en estas dejando las lagrimas escapar de tus ojos mientras tus hombros temblaban, sollozando ligeramente para evitar hacer ruido te acercaste a tu maleta cogiendo de esta un diario donde si bien escribías tu día a día tenias unas cuantas cosas guardadas en él.

Las paginas estaban amarillas y algo arrugadas notando el desgaste que aquel libro había sufrido con los años, y no era para menos ya que este era una de las pocas pertenencias que tenias tras la muerte de tu madre, sin tener nadie con quien hablar te dedicabas a escribir en este diario lo que sucedía en tu día junto con unas fotografías que te llevaste de casa antes de marcharte, también estaban manchadas y arrugadas pero las personas en estas aun se podían notar, en las fotografías tenias a tu madre y padre cuando estaban esperando por ti, junto a una foto de tu abuela y otra de ella con tu abuelo, eran tus más preciados tesoros y aun lo serían pero otra fotografía se añadió a la colección bueno, otras fotografías se añadieron a la colección ya que tomando prestada la cámara de Joseph te dedicaste a sacarles fotos a todos los crusaders mientras viajaban, habían fotos de momentos felices como cuando Kakyoin intento hacer el truco de Jotaro con los cigarrillos pero el de cabellos cereza utilizo palitos de pan, habían otras fotografías que tomaste en los días que acampaban en el desierto, todas eran fotografías que tomaste en secreto o con la intención de compartir con Kakyoin una vez volvieran a casa ya que este quería mostrárselas a sus padres para que estos vieran que finalmente había hecho amigos.

Sentiste una ligera punzada en el pecho ante el recuerdo, las lagrimas caían finalmente sobre las fotografías en lo que apretabas los ojos.

Uno diría que tras perder a toda tu familia el dolor de perder a otro ser querido se haría más tolerable pero en su lugar solo hace que sea más fuerte porque aun cuando intentas proteger a esos preciados para ti terminan marchándose para nunca volver, o al menos ese era tu caso.

Por esa razón aun seguías lamentando y soñando con los sucesos en Egipto, volviéndose estos en recurrentes pesadillas las cuales te hacían quedarte despierta toda la noche mirando sola como empezaba a amanecer, y no era la primera vez que esas pesadillas aparecían, de hecho cuando empezaste a vivir con los Joestar en las noches despertabas a causa de estas siendo que Roses se percataba de que estabas despierta por la luz en tu habitación y le avisaba a la señora Suzie o al señor Joestar, aunque generalmente lo hacía con la mujer porque Joseph no tenia idea de como tranquilizar a una niña pequeña con severos traumas.

La señora Suzie te preparaba chocolate caliente junto a unos panqueques mientras se quedaba a tu lado mientras comías, durante las primeras noches no eras para nada abierta sobre tus sentimientos y pensamientos porque habías pasado unos años recluida de los demás desconfiada de todo el mundo que apareciera, luego le enseñaste tu libro con cierto nerviosismo presentándole de algún modo a tu familia siendo ahí en que la mujer reconoció a tu abuela y el collar que guardabas recelosamente ya que se lo extendiste, ella te abrazo con firmeza y jurarías que sentiste que estaba sollozando pero se incorporó y rápidamente fue por un gran álbum enseñándote las fotografías que tenía con tu abuela cuando eran aun jóvenes y empezaste a confiar más y más en ella, sintiendo que a ambas las unía el vínculo con tu abuela.

Fue cuando Suzie te enseñaba el álbum de su familia que por primera vez en tu vida viste a Jotaro Kujo.

—El es mi nieto, Jotaro —Te explico la mujer mientras balanceabas tus pies. —Ha de tener tu edad o quizá menos.

—¿Jotaro? Que nombre más raro —Dijiste mirándole a lo que la mujer soltó una risita.

—Es porque es japonés. —Explico a lo que abriste los labios llegando a una resolución.

—¿Crees que si aprendo japonés podamos ser amigos? —Preguntaste haciendo sonreír a la señora Joestar quien dio suaves palmaditas a tu cabeza en lo que asentía.

—¡ORA!

Te sobresaltaste en tu sitio saliendo de tus pensamientos al ver a star platinum atravesar la pared hasta entrar a tu habitación, le observaste extrañada ladeando la cabeza mientras te limpiabas los restos de lagrimas de los ojos sonriéndole gentilmente.

—¿Qué sucede star? —Preguntaste guardando tu diario y colocándote de pie.

En un rápido movimiento —el cual te tomo de improviso— el stand de despeinados cabellos azabaches te cargo estilo princesa llevándote fuera de tu habitación hasta quien sabe donde cuando la habitación de Jotaro estuvo frente a vosotros star platinum abrió la puerta cerrándola detrás de sí mismo y recostándote junto a Jotaro en el futón, arropándote y colocándote bien pegada al más alto.

Observaste como el rostro de Jotaro se contraía en sueños y este se remecía, con cierta preocupación acariciaste su mejilla con tal de calmarlo a lo que acabo abriendo los ojos.

—¿T/N? —Murmuro claramente medio dormido, cuestionándose sobre tu presencia en su habitación. —¿Qué haces aquí?

—Eso debería preguntar yo, Star me cargo hasta acá. —Explicaste aun mirándole, el azabache suspiro mirando el techo dejando escapar un bufido exasperado. —¿Tuviste una pesadilla?

Jotaro te observo a lo que sonriendo a duras penas se dio cuenta que tú también la habías tenido.

—Sí —Respondió finalmente. —Soñé con Egipto pero, a diferencia de lo que paso, soñé que no podía rescatarte.

—Entonces por eso star me trajo aquí —Dijiste dejando un beso en su mejilla para luego recostarte a su lado ya que habías estado sentada.

—Quería verte. —Confesó a lo que te acurrucaste a su lado.

—El sentimiento es mutuo de algún modo.

...

Por la mañana ya que ambos habían despertado a eso de las tres, la señora Kujo se dirigió a la habitación de su hijo con intención de despertarle para ir a desayunar solo encontrándose con lo que ella misma describiría la escena más adorable que había visto en toda su vida.

Las circunstancias de la familia Kujo →「Jotaro Kujo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora