«Todo un parto»

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Kujo Jotaro junto a su abuelo había enfrentado cientos de adversidades, habían visto a sus amigos morir e incluso se enfrentaron a muerte a un vampiro centenario que usaba el cuerpo de su ancestro como una prótesis completa.

Pero ahora, esta situación les superaba.

Ambos hombres pertenecientes al linaje Joestar estaban de pie al lado del otro mirando aquel inmenso estante con paquetes de pañales para bebé, ropa para bebé y también biberones para estos.

Era inverosímil pensar que esos dos hombres no pudieran decidir cual pañales llevar.

—Este. —Dijo Jotaro cogiendo uno de aquellos paquetes en silencio. —Me convence este.

—Pero este dice extra-suave y extra-absorbente. —Replico Joseph sosteniendo otro paquete de pañales para bebé de una marca distinta.

—Sí, pero este dice que evita derrames —Refuto el pelinegro mirando a su abuelo retándolo a un duelo de miradas.

—Llevemos ambos entonces. —Dijo Joseph rindiéndose a seguir peleando con su nieto y su tenacidad.

—Ahora siguen los biberones.

Esa iba a ser una larga tarde.

[...]

Con una barriga de casi nueve meses estabas sentada junto a la señora Holly y su madre quienes bebían animadamente el té mientras te disponías a leer una de tus novelas ligeras que habías pedido por correo desde Japón.

—¿Estas emocionada, T/N-chan? —Pregunto tú ahora suegra sonriendo animadamente.

—Estoy algo, nerviosa y asustada —Respondiste cerrando el libro que traías en tus manos soltando un suspiro. —¡En especial tras lo que me dijo, señora Holly! ¡¿Un bebé de seis kilos?! ¿Cómo pudo lograr tal hazaña?

La mencionada soltó una risilla mientras su madre asentía.

—Todos los miembros de la familia Joestar suelen nacer más grandes de lo normal, Holly peso cinco kilos y Joseph siete. —Confeso la abuela Suzie causando que tu miedo en vez de apaciguarse aumentara.

—¡Eso es aterrador! —Dijiste aferrándote al libro. —He pasado dolores horribles a lo largo de mi vida pero ¡que un ser viviente salga dentro de ti es diferente!

Las dos mujeres sonrieron animadamente mientras fruncías el ceño haciendo puchero.

No habías sentido tanto terror desde tu noche de bodas, porque aun cuando te enfrentaste a Dio ese terror era apaciguado por una ferviente fuerza de batalla que se materializaba en tu stand, pero era en momentos así como perder la virginidad o dar a luz donde no podrías contar con tu stand para ayudarte.

—¡No se rían! —Exclamaste toda alterada hasta sentir una fuerte punzada en el vientre que te hizo aferrarte al sofá, apretaste los dientes intentando resistir el dolor para levantarte con la intención de ir al baño cuando algo se desploma contra el piso el sonido de una fuente de agua abriéndose repentinamente.

Las risas cesaron y el pánico comenzó a llenar la habitación mientras te sostenías el vientre con fuerza.

—¡E-El bebé! —Exclamo Holly mientras te apoyabas contra la pared.

De todos los días, de estos nueve meses, fue en ese preciso momento en el que a Jotaro y Joseph se les ocurrió salir de compras a por cosas para el bebé.

—¡Estúpido Kujo! —Exclamaste mientras estaban en el automóvil y este comenzaba a moverse con gran velocidad por las calles de nueva york.

Pero para tu mala suerte, y como es habitual en la gran manzana el trafico era un caos llegando a un punto en el que el lujoso vehículo no seguía moviéndose de su lugar, tu suegra intentaba a ayudar a que te relajases mientras que la señora Suzie iba adelante sumamente impaciente.

Las circunstancias de la familia Kujo →「Jotaro Kujo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora