capítulo 12

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Roxelana dormía tranquila hasta que una voz la hizo sobresarltarse, miró a su alrededor y luego se puso de pié para ir a la puerta.

—¿Princesa? —Roxelana miró extrañada la puerta y quiso reír al escuchar el acento francés.

—Si, ¿Quién es usted?

—Soy el enviado de los reyes franceses, he venido a decirle que luego de la coronación de la princesa Anwen nos iremos a Francia.

—¿No faltaban dos meses?—murmuró esperanzada.

—Si el rey se entera que la futura esposa de su hijo está siendo maltratada una guerra se desatara—dijo el—abogare por todo su cortejo y partiremos al siguiente día a Francia.

—Gracias—susurró

—Es  mi deber—dijo el hombre y luego se retiró.





Días después el palacio se encontraba de cabeza, la futura reina terminaba de alistarse mientras que Astrid ayudaba a Roxelana y a su cortejo a alistar sus cosas.

—Te extrañaré —dijo Astrid—pero una vez me case te iré a ver.

—Eso esperó —dijo ella terminando de guardar sus cosas.

—El señor Louis está abajo, mi madre ha ordenado que te vayas sin hacer ningún ruido—la abrazo.—es una pena que Lizbeth no pudiera despedirte, pero te desea lo mejor.

—Y yo a ella, ¿ Cuándo te vas tu?

—Tres meses, Lizbeth se va en dos semanas—Roxelana asintió y dejo que los guardias bajarán sus cosas.

Al llegar a la entrada de los empleados diviso a su pequeña família y al señor Louis, este los guiariá hacía la casa de la hermana de la reina Ruth y ahí esperaría a conocer a la família de su futuro esposo.

Roxelana se despidió de Astrid entré lágrimas, se vieron por última vez y luego subió al carruaje.

—No tema princesa, su hermana irá a verla—dijo el francés y ella asintió—¿Sabe francés?

—Si, y español, Turco, Italiano y griego—susurró viéndo la ventana.




Días después la joven princesa estaba llegando a Francia, a una pequeña provincia al sur, una enorme casa se hizo presente en el lugar y a través del carruaje diviso a un grupo de personas esperandola, con temor se colocó el velo en el rostro y esperó a que todos bajarán para hacerlo ella. Al bajar una gran algarabía la recibió, ella creía que iba hacer igual a como la recibieron en su hogar, pero fue diferente,  todos sonreían.

—Princesa Roxelana, nos alegra tenerla aquí —dijo una mujer algo mayor y con el cabello negro al igual que sus ojos—soy Lady Elena, hermana de nuestra reina Ruth.

—El gusto es mío —hizo una reverencia y la mujer la abrazo sorprendiendola.

—No hay necesidad de temer—le susurró la mujer— Alice ven aquí —una pequeña rubia corrió hacía ellas, la pequeña tenía los ojos casi iguales a Roxelana, pero uno era café y el otro verde, Roxelana sonrió viéndo a la niña y la abrazo.—tu eres igual a todos.

—Gracias—dijo ella sonriendo y la niña tomo su mano

—Pero entremos, tenemos un gran banquete—dijo Elena—¿ellas son tus damas?

—Olivia es como mi madre, y ellos como mis hermanos—susurró y la mujer asintió invitandolos a entrar.


Cuándo todos estuvieron en la mesa no dejaron de elogiar la belleza y educación de Roxelana, está sólo sonreía tímidamente, no se sentía Abrumada, se sentía bien.

—Descansaras dos días, luego comenzará tu entrenamiento.

—¿Entrenamiento?

—Para ser reina, una buena esposa y sobre todo, a ser tu misma—dijo la mujer dejándola sola.





La Última Rosa©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora