Capítulo 20

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—¿La amas? —dijo la mayor de ojos azules fijando su vista en el  joven.

—Creó que si —dijo el joven de ojos azules a su madre.

—Creó no es una respuesta, la amas ¿si o no? Por que ella no puede vivir de un  creo.

—Si la amo, pero no es suficiente.

—¿Por que? ¿Crees que es muy pronto?, yo ame a tu padre una vez dije el si.

—Fue diferente, ustedes ya se conocían.

—No, solo lo vi dos veces, luego partí hacía españa, tendrán todo el tiempo del mundo para conocerse y para darme nietos.

—Es muy pronto para eso.

—Te tuve a los trece años—le recordó—ella va a cumplir dieciocho y tu veinte.

—Es muy pronto—replicó

—El pueblo demanda un heredero, tu padre no será eterno.

—Ojalá lo fuera

—Ojalá —susurró ella—mañana mismo se irán al palacio de las flores, ya esta todo listo.

—Claro madre —se puso de pié

—Recuerda lo que te dije, un amor y un heredero.









Ambos subieron a los caballos, las princesas y reyes despedían a los recién casados con alegría, mientras estos compartían miradas fugaces de amor o deseó

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Ambos subieron a los caballos, las princesas y reyes despedían a los recién casados con alegría, mientras estos compartían miradas fugaces de amor o deseó.

—Te va a encantar, es un lugar muy hermoso, no tanto como tu—dijo el y ella se sonrojo.

—Gracias —lo miró y siguió su camino.

Al llegar al hermoso palacio un inmenso jardín repleto de rosas y árboles les recibió, Roxelana bajo del caballo con una sonrisa y criadas y sirvientes les recibieron con alegría.

—Esté será nuestro hogar hasta que seamos reyes —sonrió el.

—Puedo ser feliz aquí —dijo ella avanzando hasta la entrada— es muy hermoso.

—Lo es —dijo siguiendo la—¿Cuándo se casarán tus hermanas?

—Astrid en unas semanas y Lizbeth en dos meses —murmuró viéndo algunas pinturas.

—Puedes cambiar lo que desees

—Por el momento todo está perfecto, deseo ir a descansar—le avisó haciendo una pequeña reverencia y siguió a la criada hasta sus nuevos aposentos.


Al caer la noche ambos cenaron en sus aposentos en un ambiente ameno, Roxelana le preguntaba sobre el reino mientras que el le preguntaba sobre su vida en el campo, ambos pensaban ser felices, pero aveces el dolor es necesario para lograrlo.


Tres semanas después.

Escocia los recibió con un ambiente nublado y de paz, Roxelana miraba todo con asombró pues aparte de Inglaterra sólo había visto poco de Francia y conocer Escocia era algo maravilloso para la chica de ojos bicolor.

—Es una lástima que los reyes no hayan podido viajar—murmuró

—El cada  día está más  enfermo—suspiró el soplando sus manos.

—Te dije que te pusieras guantes—le regaño y junto sus manos a las de ella para amortiguar el frío.

—Lo se, pero me estorban—se quejo y ella  sonrió a lo bajo.

Al llegar al palacio dónde se celebraría la boda de Astrid una sonriente princesa les recibió con todo el cariño posible.

Al llegar al palacio dónde se celebraría la boda de Astrid una sonriente princesa les recibió con todo el cariño posible

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—Me alegra que ambos pudieran venir—dijo animada—Anwen y mi madre no podrán venir, Philip esta aquí y Lizbeth.

—Voy a ver a mi hermana—sonrió abrazando a Cedric y luego se retiró junto a su hermana mayor.

—¿No, nos tienes sorpresas aún?—sonrió la rubia.

—No Astrid, es muy pronto— se sonrojo.

—Para mi no, espero pronto ser Tía —dijo guiando la hasta los aposentos de Lizbeth, la rubia corrió hacía los brazos de Roxelana la cuál sonrió.

—Al fin llegas —sonrió — He estado sola éstos días.

—Te dije que he estado ocupada—dijo Astrid riendo.

—Mentiras, puras mentiras—dijo la de en medió.








Roxelana sonrió al ver entrar a su hermana a la Iglesia, esta sonreía tan radiante que llego a pensar que en verdad amaba a James.

—Se ve hermosa —dijo Cedric— eso viene de familia

—Andas muy adulador últimamente—el la miró fingiendo estar ofendido.

—No vuelvo a decirte nada—ella río por lo bajo y prestaron atención a la boda.




Roxelana bailaba junto a Cedric el cuál le comentaba cosas graciosas sobre los nobles presentes, de un momento a otro un guardia que llego con  ellos se acercó haciendo que Roxelana quedará sola en la pista.

—¿Me permites?—sonrió Philip y ella hizo una pequeña reverencia.

—¿Cómo esta todo en Inglaterra?

—Un poco, Anwen está algo histérica con el embarazo y ha corrido a su madre del palacio.

—¿Dónde la ha enviado?—dijo alarmada.

—Se ha ido al norte—Roxelana asintió con pena.

¿Por que sentía eso si ella fue cruel?






La Última Rosa©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora