Capítulo 25

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Luego de días de camino la joven reina llegó a Francia, todos vieron sorprendidos a Roxelana pues no la esperaban ahí en un buen tiempo.

—¿Dónde está mi madre?—dijo una vez piso el palacio.

—Ella y las princesas junto a la madre del rey fueron unos días al campo—dijo el hombre nervioso.

—¿Y mi esposo?—este se puso aún mas nervioso.

—En sus aposentos.—ella alzó una ceja.

—¿A medio día?—dijo extrañada y dejo atrás a sus damas para ir a buscarlo, el hombre siguió a Roxelana y le rogó  porque no siguiera—¿Por que?

—No lo haga —ella abrió la puerta de sus aposentos y en ellos estaban Cedrich y Julianne desnudos en la cama.

—¿Que es esto?—grito y ambos brincaron del susto—no lo puedo creer —su voz se quebró

—Roxelana...—susurró el y Julianne sólo sonrió.—Regresaste antes.

—Tu lárgate de aquí —gritó y toco s vientre—Sabía que tarde o temprano ibas a correr a sus brazos, fui una tonta al creer que me amabas—salió de ahí y corrió a sus aposentos, puso tranca en las puertas y cayó  de rodillas al suelo.

Sus sollozos fueron oídos en todo el palacio, Cedrich paso tocando su puerta por horas hasta que los sollozos de ella no se escucharon más.




Sus sollozos fueron oídos en todo el palacio, Cedrich paso tocando su puerta por horas hasta que los sollozos de ella no se escucharon más

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Al siguiente día Elsie ingresó con comida y la vio en el suelo dormida, con cuidado la movió y la miró con pena.

—Tienes que comer algo.

—No quiero—susurró

—Hazlo por el bebé—dijo ella 

—No quiero que nadie sepa sobre el bebé, nadie, ni Olivia—limpió sus lágrimas y acepto la comida de su amiga.

—Claro, le diré a los demás que no digan nada.

—Ahora déjame sola.

—Bien, vuelve a poner seguro, pero tarde o temprano tendrás que hablar con el.

—Para mi el no existe—susurró.









—Por favor, llevas días ahí, necesitamos hablar—dijo Cedrich desde el otro lado de la puerta

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—Por favor, llevas días ahí, necesitamos hablar—dijo Cedrich desde el otro lado de la puerta.—por favor —murmuró y la castaña abrió la puerta.

—No te quiero cerca—dijo sería —Mientras yo estaba ayudando a mi hermana, tu estabas con esa arribistas, como yo no he podido darte un hijo, fuiste con ella, felicidades, eres una basura.

—Por favor Roxelana —dijo de rodillas.

—No te importo como me he sentido todo este tiempo, sabías que esto me afectaba, pero ahí esta, viene un heredero en camino, pero ya no soy necesaria.

—¿Estás embarazada?

—No lo puedo creer, solo eso escuchaste—lo aparto—déjame en paz.

—Por favor, Perdóname, yo te amo.

—¡No lo haces!—gritó — si me amaras no hubieras metido a esa mujer en nuestros aposentos, donde yo tantas veces te jure amor.

—¿Que hago para que me perdones?

—No hay nada que hacer.

—Por favor—suplico.

—Haz que Julianne se case y se vaya muy lejos de nosotros —alzó la voz—no  vuelvas a verla, o si quiera a pensar en otra, solo así, yo pensaré en perdonarte.

—Claro —la abrazo y ella negó.—¿Cuánto tienes?

—Voy a cumplir cuatro meses, ahora déjame sola—lo empujó y cerro la puerta en su cara.









Tres meses después Julianne fue enviada lejos con el permiso de el zar de Rusia, Roxelana fue festejada a como debía por su embarazo y ella y Cedric estaban volviendo a ser los mismos

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Tres meses después Julianne fue enviada lejos con el permiso de el zar de Rusia, Roxelana fue festejada a como debía por su embarazo y ella y Cedric estaban volviendo a ser los mismos.

—Roxelana —dijo Cedric llamando su atención

—¿Que pasa?—acarició su vientre

—Tengo que ir a firmar unos acuerdos a Roma.

—¿Cuánto tiempo?

—Unas semanas—la miró—regresare para el parto.

—Bien, Archer irá contigo.

—¿Todavía no confías en mi?

—¿Que crees?

—Te amo —la beso y salió

—Yo también —murmuró.




La Última Rosa©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora