Capítulo 08

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[ Dionisio ]

Horas antes..

Ella está viva y en este campamento, a salvo.

<< Oh pequeña, como te he extrañado. >>

Estoy aún sumido en mis pensamientos, pero una luz que empieza a aparecer los interrumpe.

Sé quién es.

—Hera. —Saludo.

—Dionisio, hola.

—Ella está aquí.

—Lo sé. —Afirma calmada.

—¿Qué pasará con ella? —Pregunto, Hera suspira pesadamente.

—No lo sé.

—Estas preocupada.

—Sí. —Ladea la cabeza. —Sabes que lo que viene a continuación, no es bueno.

Frunzo los labios.

—Debemos protegerla.

Hera agacha la mirada y asiente de manera breve.

[ Tú ]

Está aquí, frente a mis ojos. Sigo sin inmutarme, no salen palabras de mi

<< No quiero hablar con ella. >>

No sé ni porque ni cuando, pero mis ojos se empiezan a llenar de lágrimas. Mi visión se vuelve borrosa porque estoy tratando de contenerlas.

<< Ella no se merece mis lágrimas >>

Tal vez me haya dado la vida, pero de ahí en fuera no la conozco. Crecí sola, con un padre que cayó en alcoholismo y problemas económicos.

¿Y ella que hizo? Nada, no hizo nada.

—Tú...—Susurro en un hilo de voz.

—Hija eres—Empieza a hablar.

—¡No! —La Interrumpo en un grito, ella se sobresalta. —No te atrevas a llamarme así. —Reclamo.

<< No, ella no es mi madre. >>

—Pero...—Se trata de excusar, pero no le voy a dar ese beneficio.

Las lágrimas aún siguen en mis ojos, veo muy borroso, pero no me importa. Me levanto y es en ese momento en que unas cuantas lágrimas caen y se resbalan por mi rostro. Antes de que sigan avanzando, las quito con el dorso de mi mano izquierda.

—No eres mi madre. —Escupo, me importa poco si le duele.

Ella me dejó mucho tiempo, lloré casi todas las noches por no haberla podido conocer, aunque sea un minuto.

Sé que iba a ser reconocida, pero me prometí a mí misma que no la aceptaría, sea quien sea.

Esta persona que está enfrente de mí me ha abandonado por mucho tiempo, lo cual me ha quebrado de cierta parte. Se supone que ella es la diosa de la maternidad, ella de "maternidad" no tiene nada.

» No sabes por lo que viví.

—La verdad es que... —Se queda callada por un momento. —Si se todo lo que has pasado con tu padre.

Sorprendida, mi boca se abre ligeramente. De mis ojos caen diversas lágrimas que ni tomo el tiempo como para limpiarlas.

<< Lo sabía >>

Una ola de enojo me envuelve, cierro la boca y frunzo los labios.

—Tú lo sabías. —Murmuro, ella asiente afirmando. —Y ¿Por qué no hiciste algo? —Pregunto.

Y si te digo que te amo...   (Nico Di' Angelo) (Re- Subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora