Capítulo siete

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—¿Q-qué haces aquí Deuce?

—¿Así me das la bienvenida pequeña?—ríe —.Que maleducada

—Vete al demonio — espeto molesta y giro sobre mis talones para salir de ahí, pesar de todas las dudas que cargo encima.

—Haz, espera — me toma del brazo por lo que giro bruscamente y lo alejo.

—¡No!¡No me toques!— siento como mis ojos empiezan a arder y el nudo en mi garganta se va haciendo cada vez más grande.

—Hazel, yo, lo siento— su voz es fría y cálida al mismo tiempo.

—¿Lo sientes? ¿Tú lo sientes? Tú no sientes nada. ¿Siquiera tienes sentimientos?
¿Sabes cuántas malditas veces me pregunté qué te había pasado? Me pregunté si estabas bien...—cada palabra que sale de mi boca suena más quebrada que la anterior—. ¡Estaba preocupada Deuce!...—digo enfurecida—.Pensé que habías muerto. Y a ti no te importo ni un poco. Te aseguro que no sentiste ni una pizca de culpa o preocupación por mi — sentí mi vista nublarse. Pero por más que quisiera no iba a dejar que él me viera débil.

—Y-yo, no es lo que crees Hazel— su voz sale en un hilo.

—¿No es lo qué creo? Entonces explícame que fue lo qué pasó en verdad. Las personas no se van así de la nada, sin aviso, sin por qué. Y luego regresan un año después como si nada hubiera pasado. No puedes entrar a la vida de una persona, amarla, hacerla sentir especial, enamorarla y después salir como si hubiera sido solo una visita.

Mi voz suena quebrada, las piernas me están temblando y tengo el corazón en la mano. La cabeza me palpita como si fuera a explotar y tengo las lágrimas al borde.

—No entiendes Hazel, así no fueron las cosas.

—¿Y entonces cómo fueron?¿Ah?— él no dice nada, solo se queda ahí mudo y no sé porque aún espero una explicación.

—¿Sabes qué Deuce?— limpio las lágrimas con el dorso de mi mano y adopto una postura más firme —. Eres un cobarde, eso es lo qué eres. Pero no me corresponde a mi hacerte hombre, no te voy a convertir en algo que no puedes ser— doy la vuelta y me dispongo a salir de ahí.

—¿Te están vigilando sabes?— detuve mi paso pero no me volteé.—Él no es quien tú crees Hazel. Te han estado mintiendo todo este tiempo. Solo cuídate. Y no te conviertas en todo lo malo que te han hecho, tú no eres así— cuando volteo para refutar. Ya no estaba. Se había ido. Otra vez, se había ido.

Continué mi camino y cuando menos me di cuenta, me encontraba sollozando audiblemente. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas y se me dificultaba respirar.

A pesar de que creía que ya lo había superado. Dolía. Dolía muchísimo.

Pero...

¿Quién es Deuce?

Mi papá no es la única razón por la que me alejé del mundo. Deuce también.

Conocí a Deuce cuando tenía quince y como todo cliché, me enamoré de él.

Había llegado como nuevo al instituto. En ese entonces, yo no estaba tan asocial con el mundo. A él tampoco le gustaba socializar con las personas. Bueno, no con las buenas personas.

Deuce y yo empezamos como amigos. Salíamos de vez en cuando y hablábamos en el instituto la mayoría de las veces. De pronto empezamos a salir más, cosa de casi todos los días. Llevábamos más o menos dos meses en esa rutina. Y él me gustaba, estoy casi segura de que él lo sabía.

Mientras más salía con él, más me daba cuenta de él tipo de vida que llevaba. Deuce tenía dinero, mucho a decir verdad. Pero nunca supe de dónde salía hasta que lo vi.

Un día me invito a una carrera de autos. De esas ilegales. Dijo que iría a buscar algo de tomar y lo vi. Lo vi pasarle disimuladamente un empaque con un polvo blanco a un chico. En ese momento mi cabeza hizo un "click". Todo el dinero. Los diferentes tipos de carros que siempre cargaba. Las "diligencias" por las cuáles cancelaba nuestros planes.

Luego se dio cuenta de que yo lo miraba. Y ahí cuando nuestras miradas chocaron, sentí decepción. No tanto por lo que hiciera para vivir, esa es su vida y él puede hacer lo que quiera. Me molesto que me mintiera, él me había contado que trabajaba en la empresa de su padre y que era muy exitoso. Y me arrepentí, me arrepentí de haber confiado en él, de haberle contado todo de mi, mientras que él me ocultaba toda su vida. Yo estaba enamorada de él y por eso me dolió. Me dispuse a irme, pero él me detuvo. Hablamos, me dijo que ese era su trabajo. Qué él vendía pero no consumía, que él no era así. Al principio no le creí y pensé que lo mejor era alejarme de él. Pero después cambié de opinión, me quedé sabiendo todo el daño que él me podría hacer. Fue mi error, fue mi error confiar en él.

Después me beso, por primera vez desde que estábamos saliendo. Eso hizo que le restara menos importancia al asunto de las drogas y las mentiras.

Fue pasando el tiempo y yo llegué a creer que estábamos en una relación. Él tenía toda mi confianza. Sabía absolutamente todo de mí. Estábamos juntos todo el tiempo. Me ayudaba. Me entendía. No me juzgaba por mis secretos.

Cometí el grave de error de intimar con él, de darle todo de mi y esperar, como una tonta, que él hiciera lo mismo.

Llegué al punto en el que lo ayudaba en todo, él me metió a su mundo, él me corrompió. Lo que me pidiera yo simplemente lo hacía. Empecé a fumar por él. Deje de hablar con todos mis amigos, allegados o conocidos. No tenía amigos que no fueran los de él. Él me arrebató el poquito de inocencia que quedaba en mi.

Ya llevábamos casi un año juntos pero las últimas semanas, estaba distante. Me decía que estaba ocupado siempre, por lo que no nos veíamos. No respondía casi ninguno de mis mensajes. Y cuando nos veíamos me ignoraba completamente.

Un día dijo que tenía que hacer un viaje hacia Aspen. Le pregunté porque y nunca quiso responderme. Lo único que me había dicho es que se iba tres días.

Pasaron los tres días. Pasaron tres semanas. Pasaron tres meses. Pero él nunca volvió.

Lloraba todas las noches pensando qué tal vez había tenido un accidente y había muerto. Que tal vez lo habían secuestrado y matado. Me agoté de llamarlo. Fui a su casa miles de veces. Fui a Aspen y pregunté en todos los hospitales y las estaciones de policías. Y aún así no había ningún rastro de él. Simplemente había desaparecido.

Y ahora aparece. Como si nada hubiera pasado, como si hubiera regresado a los tres días de aquel viaje. Y ni siquiera tiene la dignidad de decirme porque lo hizo.

Recordar me duele. Verlo me duele.

Pero por nada del mundo voy a dejar que vuelva a entrar en mi vida. Muchísimo me costó tratar de recuperarme y tratar de vivir como una persona normal para que él venga con un cepillo y una pala a tratar de recoger los pedazos de mi corazón.

Y ahora viene y me dice que me están vigilando. Eso ya es sobrepasarse. No me sorprendería que fuera una más de sus mentiras.

Pero si fuera verdad...

¿Quién?¿Quién me está vigilando?¿Quién me ha estado mintiendo?¿Quién no es como yo creo?


StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora