Capítulo catorce

253 51 27
                                    



El sonido de la puerta siendo golpeada me hizo dar un respingo.

—¿Por qué no abres la puerta Haz? ¿No acabas de llegar?

La figura de mi madre aparece en las escaleras.

—Si, un amigo me trajo y tuvimos una discusión en el auto, por eso no quiero abrir.

No le veo sentido en mentirle a mi madre, cuándo sabe cómo es mi temperamento.

—No seas tan odiosa Haz — me reprende.

Ruedo los ojos al compás que me dirijo hacia la puerta.

Al abrir me encuentro con un Ranger recostado en el umbral de esta y una mirada cargada de vergüenza.

—¿Qué quieres?— espeto molesta.

—Yo lo siento— su mirada conecta con la mía —. Solo qué...No estoy acostumbrado a tener compañía ¿Entiendes?. No suelo hablar con nadie además de Trevor y hay cosas que son personales y lamentablemente no te puedo decir. Sé qué cambio de humor muy rápido y mi temperamento no es el mejor, pero tienes que entender que no es algo que pueda cambiar o controlar.

—Ranger...

—Y no te estoy pidiendo disculpas por ser como soy, porque es algo que no está en mis manos. Solo trato de ofrecerte la mejor explicación que puedo. Estás en todo tu derecho de no querer aguantar mi mierda. Solo te pido que no te rindas. No conmigo.

Algo se revuelve en mi interior y mi corazón da un vuelco furioso al escuchar sus palabras.

Una parte de mi me dice que el tal vez tenga problemas de los que yo no sé y tiene sus razones para ser así; mientras la otra me dice que es un truco para seguir jugando conmigo a su manera.

—Ranger, no confío en ti...

—No te pido que lo hagas.

—Debes entender que para mi es muy misterioso qué nada más hayan pasado dos semanas desde qué llegue aquí y tú ya estás rogándome en la puerta de mi casa. También tienes que saber que mi temperamento tampoco es el mejor y tiendo a perder la paciencia muy rápido —dudo por unos segundos, porque no tengo ni la mínima idea de lo que estoy haciendo —. Nos vemos luego ¿Si?

—Pero... ¿Estamos bien?

—No creo que tú y yo podamos estar bien alguna vez Ranger. Pero si te refieres a qué puedo estar contigo en el mismo lugar, sin querer asesinarte, si, estamos bien.

Un destello de alivio recorre la mirada de el chico, pero se va tan rápido como llega.

—Nos vemos, Hazelnut.

Le doy un asentimiento débil porque no confío en mi voz para hablar y lo veo alejarse hasta entrar en su auto.

Esbozó una media sonrisa estúpida y me golpeo mentalmente porque no sé qué está sucediendo conmigo y me aterra.

***

Mis pulmones arden por la falta de aire que me aborda.Otra vez estoy corriendo a toda velocidad por los pasillos de el instituto.

¿Es qué es muy difícil escuchar el despertador a la primera vez que suena?

Me acerco a la puerta de el aula de clases con respiración entrecortada y le doy unos toques a la puerta. Unos instantes después aparece el Señor Hadwin con el ceño fruncido.

—Ni lo piense señorita — niega con la cabeza.

—Pero...

—¡Pero nada! Para la próxima vez la mando a dirección.

No me da tiempo de refutar, ya que, el profesor da un portazo a centímetros de mi cara. Bufo y comienzo a caminar con paso aburrido por los pasillos. Me adentro a el campo de el instituto y doy una vista panorámica en la cual no encuentro ni una sola alma.

Al parecer todos están en clases. Me dirijo hacia la sombra de un árbol que se encuentra a pocos metros de mi. Al llegar, me recuesto en el tronco de este y después de verificar que no haya nadie cerca, saco un cigarrillo y procedo a encenderlo.

Pasados unos minutos, logro ver una figura a lo lejos acercándose a mi.
Al principio no logro identificarla, pero cuando los rayos de el sol pegan directo en él, puedo ver esos ojos color esmeralda.

Ranger se acerca a mi con el ceño fruncido y se deja caer a mi lado.

Posteriormente me arrebata el cigarro de las manos y lo pisa con desprecio.

—¿Qué demonios?

—No fumes.

Una carcajada sin humor brota de mis labios.

—Tú fumas — digo irritada.

—Yo soy un caso perdido — dice encogiéndose de hombros.

—Somos dos.

—Confía en mi cuando te digo que no has tocado fondo, querida Hazelnut.

Me dispongo a sacar otro cigarrillo y me lo llevo a la boca. Ranger repite la acción de hace unos minutos y esta vez gruño en disgusto.

—¿Puedes dejar de hacer eso?— digo frustrada —. Imbécil.

—No te arruines Hazelnut.

Suelto una risa sin una pizca humor.

—Estoy mas arruinada de lo que puedes pensar Ranger.

—Sé más de ti de que lo que crees Hazelnut.

Nuestras miradas chocan. El verde de sus ojos se ve más claro gracias a él sol. Las comisuras de sus labios se elevan en una sonrisa y puedo notar como se le hacen dos hoyuelos que lo hacen ver peculiarmente dulce.

—Me gustan tus hoyuelos, son adorables — digo entre risas.

El ceño de Ranger se frunce.

—Me hacen ver homosexual.

Suelto una carcajada sonora en lo que Ranger me dedica una mirada de pocos amigos.

—¿Seguro que eso es lo único que te hace ver homosexual? —digo entre risas.

Su boca se abre en señal de falsa indignación y me golpea suavemente en el hombro. El tiempo pasa entre risas y ofensas y en el fondo, estoy aterrada. No quiero que Ranger se vuelva una necesidad.

Una parte de mi dice que por primera vez deje la paranoia y confíe en él. Pero la otra parte dice que no lo deje entrar a mi vida, que no es de fiar. En mi interior hay una lucha por lo que debo hacer y por lo que quiero hacer.
Y sinceramente no tengo la mínima idea de lo que va a pasar.

StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora