Capítulo diecisiete

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Mi mente es una maraña de sentimientos.

Mi cuerpo es una maraña de sensaciones.

Los labios de Ranger se mueven con complicidad sobre los míos, encajando perfectamente. Sus manos están posadas en las curvas de mi cintura y las mías en las hebras de su cabello. Mi conciencia me dice que pare, que esto está mal, y que no resultará nada bueno.

Pero no puedo, no quiero.

Ranger se separa repentinamente de forma brusca, por lo que doy un brinco.

Y-yo lo siento— su voz es nerviosa, como si tuviera miedo de hablar.— ¡Mierda!— gruñe.

Trato de decir algo, pero no logro encontrar mi voz. Lo único que puedo escuchar es mi respiración acelerada junto a el latir desbocado de mi corazón. Una melodía resuena en toda la habitación por lo qué doy un respingo, para luego ver cómo Ranger saca su celular de su bolsillo y se lo coloca contra su oreja.

Se aleja unos cuantos metros de mi y solo puedo escuchar unas afirmaciones. Momentos después, vuelve a guardar su celular en el compartimiento y se acerca a mi.

Tengo que irme.

Piedras se asientan en mi estómago al escuchar sus palabras.

Está bien— logró articular.

Asiente con su cabeza y se da la vuelta para salir de mi habitación. Me quedo sentada en mi cama con la mirada perdida en la nada. Mi mente maquina lo más rápido posible para darme una explicación sobre lo que acaba de pasar.

¿Por qué Ranger me beso?

O peor aún.

¿Por qué le seguí el beso?

La conciencia me grita que Ranger es sinónimo de peligro, que me aleje lo más posible, qué tal vez, sólo tal vez, Deuce tiene razón. Sin mencionar también que me bese con Deuce y con Ranger el mismo día.

No quiero confiar en Ranger. Pero lo hago.

No quiero desear que me bese otra vez. Pero lo hago.

La conciencia me recuerda que todo puede ser un juego, que no me muestre débil. Pero Ranger ya sabe demasiado sobre mi, mostrarme débil no es una opción. Conociendo la actitud de Ranger lo más posible es que mañana me trate como si no hubiera pasado nada, o peor, decida ignorarme.

Y sé muy bien que si eso llega a pasar, no le puedo dejar ver si me afecta o no.

Decido acostarme puesto que ya el cielo ha oscurecido y trato de no pensar más en todo el desastre que es de mi vida en estos momentos.

***

A pesar de haberme acostado temprano, no pude conciliar el sueño como hubiera querido, pues, me desperté en la madrugada y varios pensamientos turbios me impidieron volver a dormir.

En estos instantes me encuentro en la clase de literatura. Mis párpados se sienten demasiado pesados como para prestar atención a la profesora presente. El sonido de el timbre hace que abra los ojos de un solo golpe y me espabile un poco.

No me molesto en levantarme de mi puesto, ya que, la siguiente clase es historia universal, y toca en el salón en el que ya me encuentro. Verifico la hora en mi celular y debido a que quedan unos minutos de descanso, recuesto mi cabeza sobre mi antebrazo y cierro los ojos, para descansar aunque sea un minuto.

StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora