Capítulo dieciocho

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Nuestras miradas chocan, un destello de vergüenza pasa por su mirada. El nudo en mi garganta cada vez se va haciendo más grande.

Ranger ha salido de la habitación con una chica.

Pelirroja y pecas, nada más y nada menos que Dev.

La primera chica con la que hable al llegar. No tendría que estar molesta, ella no sabe nada de lo que ha pasado entre él y yo.

—¡Oh mierda!—murmura Faith a mi lado.

No debería molestarme, no debería sentir celos.

¡Maldita sea!

Y con toda la impotencia y los destellos de dolor que siento en estos instantes. Me doy cuenta.

Me gusta Ranger.

Por instinto bajo las escaleras a toda velocidad. Escucho llamados detrás de mi pero los ignoro y apuro mi paso hasta llegar a la puerta de la casa. Salgo de esta y la lluvia me azota como si se tratara de una bofetada.

¡Momento perfecto para llover!

Corro lo más rápido que puedo, no me importa la lluvia, no me importa el ardor de mis pulmones ni el dolor en mis piernas.

Él me mintió.

Cuando decidí confiar en él. Me mintió.

Y no me debería doler verlo con otra chica. Pero él fue quien me besó ayer. Él fue quien me dijo que no me rindiera respecto a él.

"¡Te lo dije!" Me grita la conciencia.

Rabia y decepción recorren mi cuerpo.

Una parte de mi me dice que estoy siendo demasiado dramática al respecto, que él y yo no somos nada más que amigos y que no debería de haber hecho una escena como esa. Es mi culpa por haber confundido las cosas. Es mi culpa por haber confiado en él. Es mi culpa por haber pensado aunque sea por un momento que alguien querría meterse en esta tormenta.

¡Maldito seas Ranger!

Cuando menos me doy cuenta estoy empapada y temblando del frío. No se hace cuanto tiempo deje de correr. Sólo sé que ya no siento mis piernas. Estoy a poca distancia de mi casa y agradezco que mamá haya tenido que trabajar su turno nocturno hoy; así podré llegar a casa sin que me regañe por mi estado.

Estoy apunto de agarrar el pomo de la puerta cuando escucho:

—¡Hazel! ¡Espera!

No me molesto en voltear, porque sé de quién es la voz. Me apresuro a adentrarme en mi casa y a cerrar la puerta, pero algo me lo impide.

Ranger está empujando esta, al otro lado. Mis manos mojadas y resbalosas me fallan y termino por ceder el paso. Entra y cierra la puerta detrás de él. Está tan empapado como yo.

Solo puedo escuchar nuestras respiraciones aceleradas y mi corazón apunto de salirse de mi pecho. Sus ojos color esmeralda están más oscuros de lo normal y me miran con una intensidad indescriptible.

—¿Qué haces aquí?—espeto.

—Necesitaba explicar...

—No necesito que me expliques nada—lo corto tajante.

—No es lo que crees.

—Yo no creo nada.

—¡Maldición!—gruñe.

—Devorah es—suspira—Devorah es mi tutora.

Bufo.

—¿Tutora?

—Si, el último año reprobé dos materias y mi madre habló con el director para que me impusieran una tutora, y es ella.

Una parte de mi se siente extrañamente aliviada, pero otra no le cree ni un poquito.

—Pero tú me mentiste, dijiste que trabajarías hoy— trato de que no suene como reproche, pero fallo en el intento.

—No quería que pensaras que soy un tonto.

Mejor denle un Oscar; la actuación del año. Grita mi conciencia.

—No creo que eres un tonto—digo —.Te considero bastante inteligente, sólo que eres flojo.

Ríe por lo bajo.

—No me tenías que haber mentido.—le reprocho—Ya estaba comenzando a confiar en ti y sabes lo mucho que eso me cuesta.

En su mirada veo vergüenza y culpa.

—Lo siento...

—No importa—digo cortante.

Un silencio incómodo se posa entre los dos. No se cuanto tiempo llevamos mirándonos a los ojos.
En algún momento Ranger se acercó tanto a mi que estamos a centímetros de distancia. Por una fracción de segundo bajé mi mirada hacia sus labios.

Y entonces sus ojos se oscurecen.

Y me besa.

Quisiera decir que no le respondí el beso y lo separé, pero en el instante en el que sus labios tocaron los míos, todo perdió sentido y el mundo se detuvo por instantes.

Deje de temblar, deje de tener frío.

Le respondí el beso instantáneamente, no era romántico ni suave, era posesivo, demandante, apasionado. Él coloco sus manos en mi cintura y yo en su cabello. Sentí  como nos movíamos  hacia atrás y choqué contra una pared. Él se pegó más a mi profundizando el beso.

Su lengua va tentando y rozando. Es sorprendente la intensidad del beso. Como si saber que está mal hiciera que lo deseáramos más.

Una vez más, Ranger se separa bruscamente de mi y gruño por la falta de contacto.

—¡Maldición Hazel! ¡No puedo!—espeta frustrado—. Yo...No va a terminar bien.

En estos momentos lo último que me importa es que la cosas terminen bien.

No sé lo que voy a hacer.

Reúno toda la valentía que tengo.

Y entonces me lanzo sobre él.

Impactó mis labios contra los suyos en un beso salvaje. Camino un poco hasta llegar hasta el sillón, Ranger cae de forma brusca y yo a horcajadas sobre él.

El gruñe entre mis labios.

Posa sus manos en mis caderas y me atrae más a él. Y justo en ese momento, todo se fue por un barranco. No me importaba nada. Sabia que me gustaba Ranger y demonios, sabía lo mucho que me encantaba estar así con él.

En algún momento decido parar, porque sé que si seguimos así, no va a haber forma de que me detenga. Somos un manojo de respiraciones aceleradas y entrecortadas.

Y entonces Ranger se levanta y me suelta de forma brusca. Ya se está haciendo una costumbre.

—Yo no puedo Hazel—dice cortante —.No debo, no quiero herirte.

—Ranger...

—No,—camina hacia la puerta—.Lo siento, adiós Hazelnut.—y desaparece.

Me quedo ahí. Con un nudo en la garganta. Con un sentimiento doloroso y familiar. Lo único que le pido a mi pobre corazón es que, por favor, no me enamore de Ranger.

Aunque no sé si es muy tarde.

StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora