—Aún tenemos esperanza — dice alguien detrás de mi logrando sobresaltarme.
Jesús.
—Damián, casi me provocas un infarto. — Me quejo sosteniendo mi pecho por unos segundos, rueda los ojos, pero ríe levemente, me lleva a una habitación pequeña, parece más un almacén de limpieza que había en el pasillo, el lugar es estrecho y estamos cerca, muy cerca.
— ¿Qué sucede? — pregunto, se supone que debería ir a una reunión con todas las chicas.
—Aún hay esperanza—repite y yo no lo entiendo muy bien, arqueo una ceja y aunque no lo crean tenerlo cerca causa estragos en mí, ¿cómo una persona puede ponerte así en segundos?
—Sabes que no entiendo de que... — no termino porque sus labios me callan con un feroz beso, me arrincona contra la pared, sus manos suben a mis caderas y las mías las llevo sus hombros, nos acercamos aún más y no hago mas que disfrutar tenerlo de nuevo tan cerca, sus dientes muerden con suavidad mis labios sacándome un jadeo necesitado, me siento como una jodida adolescente.
—Esto no está bien — susurro luego de separarnos un poco y con la respiración agitada, veo una sonrisa traviesa en sus labios.
—Creo que lo prohibido sabe mucho mejor, además desde que probe tus labios se volvieron como una adicción.
Me vuelve a besar y todo en mi parece estar a punto de colapsar, mi corazón necesita relajarse un poco, mis manos cosquillean por recorrer todo su cuerpo, mis piernas tiemblan bajo de mi y sus fuertes manos se aferran a mi cuerpo, cada beso es más exquisito cada vez, nos detenemos cuando escuchamos la voz de Jack en el pasillo.
—Mierda— susurro.
—Elissa, ¿dónde estás?, vamos a llegar tarde de nuevo, ven aquí — dice Jack llamándome como si fuera un gato, yo ruedo los ojos, escuchamos pasos y tapo mi boca al igual que Damián.
La puerta se abre de golpe y yo suelto un grito por la impresión.
—¡Que susto idiota!
Jack niega listo para regañarnos como si fuéramos dos niños que acaban de cometer una terrible travesura.
—Debería enseñarles un buen lugar para que se estén besando, pero ahora no es el momento, Damián ve con tus padres y tu señorita vienes conmigo— ordena.
El bonito casi rey a mi lado me mira con tristeza por tener que separarnos, sus labios están hinchados, su cabello es un desastre al igual que su ropa y no puedo evitar sonrojarme un poco, nos despedimos con un asentimos y nos alejamos, camino junto a Jack al gran salón arreglando mi vestido y mi cabello, realmente no me importa lo que piense el hombre a mi lado, estoy segura que el nos apoya, me detengo por un segundo, el me entrega lápiz labial y lo miro sorprendida.
—¿Siempre llevas uno contigo?
—No, pero Damián me dijo en la mañana que podrías necesitarlo en algún momento, ahora entiendo el porqué.
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El Príncipe Damián
Подростковая литератураUna vida llena de reglas y algunas restricciones, un padre un poco estricto, una madre llena de energía y ganas de vivir, una hermana rebelde, un hermano que pienso que es adoptado, pero mis padres insisten que no lo es, aun así, lo amo y, por últim...