Capítulo 21.

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—Elissa

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—Elissa.

Jack entra a la habitación, lo miro e intento contener las lágrimas.

—Dime que no es cierto.

Me quiebro de nuevo frente a él, me envuelve entre sus brazos con fuerza.

Acabo de perderlo, acabo de perderlo todo.

Mi corazón duele, me siento tan rota, duele demasiado saber que has perdido a la persona que amas.

—Necesito verlo, por favor — suplico entre sollozos, Jack niega, deja de abrazarme, pero sus manos con cariño intentan limpiar las lagrimas en mis mejillas que no paran de derramarse.

—No puedes, te encuentras muy débil, el doctor dijo que tendrías que quedarte en el hospital por unos días hasta que mejores.

Niego mientras tapo mi rostro, y comienzo a sentir debilidad en todo mi cuerpo.

—Por favor Jack.

—Lo siento niña, no puedo arriesgarme a perderte a ti también.

Y mi corazón se encoje al escucharlo, él lo perdió igual, me da un beso en la frente con cariño y se va.

Mierda.

~~~~

Luego de tres días en el hospital al fin estoy en casa, no sé qué sucedió después con las personas a mi alrededor desde que me internaron, solo estoy segura que todos lloran por la muerte de Damián.

Esta muerto.

—Hola liam.

Lo acuno entre mis brazos, ríe cuando le doy besos en sus mejillas y me es imposible no sonreír un poco, la puerta se abre y entra Catherine con Jack, le dije a la niñera que podía irse más temprano cuando llegué a casa, me dieron de alta unas horas antes así que viene por mi cuenta.

Todos se ven destruidos y sinceramente yo también pienso que me veo así.

—Elissa.

La suave voz de mi hermana me hace sonreír, ella se lanza hacia mi abrazándome.

—Ni se te ocurra volver asustarme así, ¿entendido? —dice ella cuando se separa, me limpio unas cuantas lágrimas y asiento con una sonrisa débil.

—Eli, el rey y la reina necesitan de tu presencia en el castillo— anuncia Jack.

—Solo me cambio y vamos ¿sí?

El asiente, le doy a Liam, subo a mi habitación, tomo una ducha, me coloco un jean, una blusa, mis zapatillas y una chaqueta, estoy lista.

Bajo corriendo y nos despedimos de mi hermana, los dos subimos a su auto y el arranca.

—¿Cómo estás? —preguntó en voz baja.

—Me siento vacío sin Damián.

Su voz se quiebra al pronunciar su nombre, le doy un suave apretón en su brazo, me siento exactamente igual, aunque aún no lo proceso por completo, ¿Cómo lo haría?, hace dos meses él me estaba abrazando, besando y riendo conmigo, ahora él está en una jodida morgue.

El Príncipe DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora