Capítulo 17.

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—¡Hoy vamos a ir a la feria!

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—¡Hoy vamos a ir a la feria!

Susy entra emocionada al salón, es nuestra guía, es tan dulce como los malvaviscos con chocolate en navidad, además que se nota que disfruta mucho pasar tiempo con nosotras, sus ojos marrones brillan cada vez que nos ve, y su sonrisa de oreja a oreja no desaparece en todo el día, debe rondar sus cincuenta, pero para ser sincera tiene mucha más energía que todas nosotras juntas.

Hace una semana fue mi cumpleaños, nadie se enteró lo que paso esa madrugada en mi casa, al día siguiente llegamos al palacio con Jack con resaca y un Damián nervioso porque no nos descubran, gracias a todos los dioses no parece que los reyes lo saben, así que estamos mas tranquilos.

—¡Que esperan! Vayan a sus habitaciones a arreglarse, las chicas de servicio ya saben lo que deben ponerse, tienen una hora, ¡vamos que el tiempo apremia! — dice apurándonos, salimos de ahí casi corriendo.

—¡Siempre he querido ir a una feria! — chilla Nicole emocionada, yo sonrió de lado.

—Yo solía ir con mis padres, era una tradición, cada seis de septiembre íbamos nos divertíamos toda la tarde y comprábamos chocolate caliente al regreso.

Sueno un poco melancólica mientras caminamos por el pasillo.

—Buen día señoritas.

Damián aparece justo a mi lado de la nada, las dos nos sobresaltamos y cuando estoy a nada de reclamarle por nuestro casi paro cardiaco noto que estamos rodeados de las demás, me trago las palabras a la vez que hacemos una reverencia ante él, cuando levanto la mirada no tardo en regalarle una furiosa, el solo sonríe divertido.

—Solo quería saludarlas y saber cómo estaban.

Me impresiono al escuchar unos cuantos suspiros detrás de mí, bueno es Damián, es completamente entendible sentirse así, el ni siquiera mira hacia ese lugar, sus bonitos ojos se encuentran con los míos y me estremezco.

—Bien, todo está bien, Alteza. — responde Nicole por nosotras.

—Me alegro, lamentablemente no puedo quedarme con ustedes más tiempo, pero nos vemos en la feria — asegura, nosotras hacemos otra reverencia y él se retira.

—Casi me muero— se queja mi amiga tocándose el pecho dramáticamente y haciendo una divertida mueca, me rio y algunas de las chicas nos miran raro.

—Nos vemos abajo. — digo en cuanto llegamos al pasillo de las habitaciones, ella asiente y va al lado contrario.

Al entrar veo a las chicas esperándome, mi corazón se calienta, son muy buenas personas, la mañana de mi cumpleaños trajeron escondido un pequeño pastel a mi habitación y me hicieron apagar las velas, las tres habían reunido algo de dinero para comprarme un bonito broche de cabello, termine llorando mientras las abrazaba.

—Vamos, tenemos poco tiempo.

Alissa odia la impuntualidad, por esa razón comencé a llegar a tiempo a donde sea que tenía que ir, sonrió divertida y ella señala el baño, seria.

El Príncipe DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora