Capítulo 13.

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—No puedes hacerme esto, Elissa yo

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—No puedes hacerme esto, Elissa yo....

Damián me mira, sus ojos están cristalizados, su rostro lleno de arrepentimiento y dolor.

—Tienes que hacerlo Damián, no tenemos otra opción— digo mientras intento limpiar mis lágrimas.

—Juro que te mandare al calabozo si intentas sacar una de esas tiras del infierno—resopla mirándome ahora irritado, pongo los ojos en blanco burlándome de él.

— A la cuenta de 3 ¿sí?

Asiente mientras sostiene una almohada con fuerza, que exagerado.

— A la una.

Cojo la punta de la cinta entre mis dedos, me mira temeroso.

—¡Y a las dos!

Jalo de esa punta y escucho su grito, sin poder evitarlo suelto una carcajada, las lágrimas vuelven acumularse en mis ojos de la risa.

—Era a las tres — lloriquea quitándose la almohada de la cara, su rostro está completamente rojo y de sus ojos caen algunas lágrimas.

Les contare como es que estamos aquí en su cama, depilando sus piernas.

Horas atrás...

Hoy es viernes y eso significa...

¡Dormir!, el viernes tenemos el día libre así que es lo que hago la mayor parte de mi tiempo en el palacio.

La puerta de abre y entra nelly con una sonrisa, yo arqueo una ceja a la vez que me acomodo en mi cama.

¿por qué esta tan feliz?

—¿Estás bien? — pregunto confundida, ya que a estas horas sabe estar de mal humor, ya saben la edad y eso.

—¡Tendré una cita! — suelta emocionada, la miro sorprendida y le sonrió.

—Felicidades nelly, ahora cuéntame ¿quién es el afortunado? — pregunto y le doy unos golpecitos a mi cama para que se siente y me ponga al día.

— ¡Es el chef! me invito a salir a comer, vamos a ir al restaurante de su familia, y bueno no sé qué pueda pasar— dice con sus mejillas rojas, que tierna, sinceramente nunca creí verla tan embelesada y sonrojada.

—¡Que haces aquí!, ve y prepárate para tu cita, toma una ducha relajante y descansa, diles a las demás que hagan lo mismo, yo dormiré y todas estaremos bien.

Me sonríe agradecida.

—No sabes cuanta suerte tuvimos para que tuviéramos que atenderte a ti, las otras chicas o la mayoría tratan a sus ayudantes como basura.

—No me agradezcas, y bueno si te tratan como basura la persona que lo hace es basura.

Asiente de acuerdo conmigo, se pone de pie apresurada.

El Príncipe DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora