Capítulo 11.

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Despierto en los brazos de Damián, al levantar mi rostro me encuentro con el suyo, duerme pacíficamente, su expresión relajada y su respiración suave, mi corazón salta dentro de mi pecho, es la primera vez que estamos juntos de esta manera, con cu...

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Despierto en los brazos de Damián, al levantar mi rostro me encuentro con el suyo, duerme pacíficamente, su expresión relajada y su respiración suave, mi corazón salta dentro de mi pecho, es la primera vez que estamos juntos de esta manera, con cuidado de no despertarlo retiro sus brazos de mí, él se remueve unos segundos y se da la vuelta mostrándome su ancha espalda cubierta por un abrigo, cuando fue nuestra cita me dijo en la cena que desde que era pequeño no le gustaba dormir con pijama, que le incomodaba, supongo que pensó que si lo hacia conmigo después de lo que paso me sentiría mal, así que no le importo, se cubrió y me abrazo toda la noche.

¿Cómo controlo todo lo que estoy sintiendo en este momento? Porque siento que voy a explotar.

Me levanto lentamente y camino al baño buscando calmar los acelerados latidos dentro de mi pecho, miro a mi alrededor, su habitación es enorme, el gran ventanal a lado izquierdo de la cama llama mi atención, la lampara sobre el techo de estilo gótico me gusta, hay dos puertas mas aparte de la puerta, una es el baño y supongo que la otra es el armario, hay un escritorio y sobre él hay una laptop, varios libros y escritos, un espejo grande a lado de la cama y me sorprende no ver alguna televisión o algo así, es simple, pero a la vez elegante.

Joder, es un príncipe, claro que va ser elegante.

Ya dentro del baño hago mis necesidades e improviso un cepillo de dientes con mi dedo, me lavo el rostro y arreglo un poco mi cabello, no puedo evitar quedarme unos segundos mas viendo mi rostro, en mi pómulo derecho puedo notar el color carmesí, mi labio levemente partido, en mi cuello no hay ninguna marca, cosa que me tranquiliza, lo demás puedo taparlo con maquillaje.

Un escalofrío me recorre al recordar lo que paso ayer, Damián se encargará, cosa que me tranquiliza, el no volverá y yo estaré bien, es momento se seguir, sé que esta sensación se ira desvaneciendo poco a poco.

Suelto un suspiro y salgo del baño.

Me tenso por unos segundos al ver a Damián quien está sentado, apoyado contra el respaldar de la cama con una mano en sus ojos y la otra buscándome a su lado, sonrió llena de ternura, su cabello esta todo desordenado e intenta mantenerse despierto mientras remueve las sábanas.

—Buenos días.

Me mira y mi corazón se vuelve acelerar, sus bonitos ojos se fijan solo en mi y la sonrisa que me regala me derrite, aclaro mi garganta intentando mandar esos sentimientos al fondo.

—Buenos días Elissa, ¿cómo dormiste? — pregunta levantándose de la cama, se acerca.

—Mejor de lo que he dormido en meses — respondo sincera, sin esperarlo el me abraza por la cintura, me relajo casi de inmediato al sentirlo de nuevo cerca.

—Es bueno saber que logró hacerte descansar.

Besa mi frente y se aleja, va al baño y me deja en su habitación, calmo a mi corazón y me obligo a dejar que mis manos tiemblen, desde que era pequeña mis nervios solo me hacían temblar y ahora que lo que este sintiendo por Damián aparece no hace más que ponerme mucho más nerviosa.

El Príncipe DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora