1🍁 Comienzo Dudoso

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Un año y cinco meses antes

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Un año y cinco meses antes.

Daban las 11:56 pm en el reloj de mi mesa de noche y la luz que emanaban los números dificultaba aún más mis intentos de conciliar el sueño.

¿Qué puedo hacer a esta hora?

Después de un rato ya dieron las 12:01 y me decidí por irme a hacer un batido, papá tenía el sueño muy pesado y además, la cocina quedaba muy lejos de su habitación, así que no creo que se vaya a despertar por el ruido de la licuadora.

Bajé con cuidado por las escaleras y el frío de la noche me cogió por sorpresa, mi habitación tenía calefacción, así que cuando empezaba a hacer frío se prendía automáticamente y yo ni lo notaba, y mi blusa de tiras y mi short no ayudaban de mucho que digamos...

Ignorando eso seguí en dirección a la cocina, mientras caminaba iba pensando que había dejado unos mangos en el congelador y como su servidora ama los mangos, pues de eso será mi batido. Al llegar saqué todo lo que necesitaba y empecé a cortar el mango. Después de unos intentos de cortarlo con cuchillos de pequeños hasta medianos y no conseguir mi objetivo me harté y cogí el cuchillo más grande que encontré en la cocina y por suerte ese me funcionó.

-¡Booo! -susurró fuerte alguien a mí oído tomándome por sorpresa.

Giré con enojo, había saltado del susto y todos los pedazos de mango habían caído al piso.

-¡Qué te pasa, Luca! -le reclamé empujando su pecho- ¿Qué haces en mi casa a las doce de la noche?

-Quería sorprenderte -dijo con una sonrisa en sus labios.

-Idiota.

Rodé mis ojos y recogí el mango del suelo, pero cuando regresé mi mirada al mesón me di cuenta que estaba todo manchado de un líquido rojo.

Sangre.

-¡Mierda!

Al escuchar mi reclamo, Luca se sorprendió y buscó una toalla para cubrir mi mano.

Moví un poco mi mano y me di cuenta que tenía hecho un corte bastante profundo entre el dedo índice y el pulgar.

Puto Luca.

-Tranquila, vamos al hospital y no pasará nada -intentó calmarme.

-¡Duele!

Exclamé cuando él tomó mi mano envolviéndola en la toalla.

El dolor dejó de importarme cuando empecé a sentir mojados mis ojos.

¡No! No llores, Jessica. No te lo permito.

Pero era demasiado tarde, el dolor de mi mano ya había hecho efecto en mí y comencé a llorar.

-No, no. Jessie no llores, por favor. No era mi intención -me suplico Luca mientras limpiaba mis lágrimas con la yema de sus dedos.

JESSICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora