29🍁 La Morte Arriverà Prima O Poi

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Soy Jessica Alessandra Di Angelo Persson y morí un veintitrés de marzo, dos días después de mi cumpleaños número diecisiete

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Soy Jessica Alessandra Di Angelo Persson y morí un veintitrés de marzo, dos días después de mi cumpleaños número diecisiete.

¿Pero cómo puedes morir? ¡Eres la narradora! Todas sus preguntas serán respondidas al final de la clase.

¿Recuerdan el prólogo?

«Jessica Di Angelo ya estaba muerta.»

No mentía.

Pero tranquilos, primero tengo que contarles todo, así que vamos primero con qué pasó antes de eso.

Los días pasaron y llegó el cumpleaños de Leonardo. Veinte de febrero. Su cumpleaños número dieciocho, muy importante, claro está, así que se hizo una gran celebración y todo salió perfecto.

La celebración nos hizo bien para terminar de superar lo que nos había pasado un mes atrás.

A la semana siguiente hicimos una pequeña fiesta de despedida para Gabriel. Se iba ya a Buenos Aires a la universidad. Y aunque las clases no empezaban hasta dentro de dos meses estaba planeado que se vaya con antelación para que todo esté listo y asegurado antes del empiezo del año lectivo.

En su casa estábamos toda la familia y amigos de Gabriel, tomando, riendo y contando anécdotas. Yo trataba de mantener el ritmo, pero estaba triste, normalmente no soy así de sensible, pero habíamos pasado por algo tan intenso hace tan poco y esto hacía que me doliera más saber que no íbamos a estar juntos por dos años y no me ayudaba el pensar que el próximo año me pasaría lo mismo con Leo.

En un momento me excusé y fui a la cocina para poder respirar un poco. Gabriel notó mi ausencia después de unos minutos y me siguió.

Entró a la cocina y al verme con mi notable molestia sonrió. Dejó su vaso encima de uno de los mesones y habló, llamando mi atención.

—¿Qué te pasa, enana?

Volteé al oír su voz.

—Nada —mentí—, solo quería un momento a solas.

Se acercó un poco.

—Jessica, soy tu hermano mayor, sé cuando te pasa algo.

Sus palabras causaron que las lágrimas que estaba intentando ocultar empezaran a salir a flote.

No podía responder sin llorar.

—No quiero que te vayas —dije con la voz entrecortada.

Gabriel sonrió con ternura, me abrió sus brazos y yo me apresuré en abrazarlo.

—Deja de sonreír, idiota —dije contra su pecho.

—¿Cómo sabes que estoy sonriendo?

Alcé la cabeza y lo miré con el ceño fruncido.

—Porque yo también te conozco —volví a concentrarme en el abrazo.

Él me sobaba la cabeza con cariño.

JESSICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora