2🍁 Ai Mali Estremi, Mali Rimedi

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Nuevo día, nueva aventura

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Nuevo día, nueva aventura.

Ese sería mi refrán de hoy.

Hoy día me había levantado motivada. Y mejor que si porque tenía asuntos pendientes de arreglar. No se pueden hacer negocios desmotivada.

Me vestí con un jean roto skinny, un crop-top rojo y unas botas negras de cuero altas, mi chaqueta de cuero al igual que mi bolso y para terminar delineador negro y brillo rojo.

La gente asume que por ser pelirroja amo el labial rojo.

Pues no, a mí no me gusta. Solo uso en ocasiones especiales.

Vi la hora y me di cuenta que me levanté temprano, mejor voy a descansar a la piscina.

Bajé y fui a tomar una manzana y para variar el idiota de mi hermano estaba aquí. No entiendo porque pasa tanto tiempo aquí si su casa es igual de grande que la mía.

—Hola papá —le saludé dándole un beso en la mejilla. Él ya estaba vestido y leyendo su periódico al mismo tiempo que bebía su café.

—¿Cómo vas con tu mano? —preguntó bajando su periódico.

—Bien —dije dándole una mordida a mi manzana mientas me sentaba en el mesón de la cocina. Hace dos semanas me habían quitado los puntos y la tenía envuelta en una venda, pero hace unos días ya me la dejaron quitar.

A lado mío, sentado en una silla, estaba Bob (le puse de apodo Bob a mi hermano ya que no se su nombre) leyendo el periódico en su Tablet.

¿Y si me divierto un poco?

Cogí la Tablet de mi hermano y bajé del mesón de un salto para huir.

Las dos cosas que más ama él son: su Tablet y su cabello.

—¡Estás muerta, Jessica! —me gritó persiguiéndome, pero su voz se escuchaba bastante lejos. Soy muy rápida, debo admitirlo.

Salí de la casa y me escondí en los arbustos de la entrada.

Estaba sumamente bien escondida, pero un sonido proveniente de mi pantalón me desconcentró.

Saque mi celular para ver quién me estaba llamando.

Puerteros apareció en la pantalla.

Les puse así a los señores que cuidan la puerta de la casa.

Contesté y puse el teléfono en mi oído.

¿Aló? Si, déjenlos entrar. Sí. Y ya les he dicho que ellos tienen autorización no es necesario que me llamen. Si, si sé que es la normativa. Señor, dejémoslo así: usted me vuelve a llamar para hacerme perder mi tiempo en preguntarme sobre personas que vienen todos los días y hago que lo despidan, ¿entendido?

Después de que el señor por fin entendiera, dio la orden para que entren Luca y mis amigos.

—La tecnología te falló hoy, hermanita.

JESSICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora