28🍁 Morir Para Renacer

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Fui de a poco abriendo mis ojos, sentía como si hubiese dormido por días, quizá si había sido así

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Fui de a poco abriendo mis ojos, sentía como si hubiese dormido por días, quizá si había sido así. La verdad no quería abrirlos, sabía que me iba a encontrar apenas abriera mis ojos por completo.

Tuve que acoplarme a mi realidad y abrir mis ojos para empezar a investigar mi alrededor. Era de día, había un par de ventanas mal tapadas en la habitación donde me encontraba, paredes despintadas y sucias, un par de muebles que se notaban que llevaban ahí abandonados unos años y piso de madera sucio. Tosí un poco gracias al polvo que había aspirado.

¿Dónde mierda estoy?

Al intentarme levantar noté que tenía las manos atadas detrás de mi espalda con cinta aislante, pero no los pies. ¿Mi secuestro había sido de improvisto? No se veía muy pre calculado.

Como pude me puse de pie e intenté abrir la puerta, fallé y encima en ese momento alguien entró.

—Despertaste antes de tiempo —dijo al verme de pie frente a él—, que mal. Ahora esto será más difícil.

Estaba igual a como cuando nos atacaron en casa solo que con una máscara de esquí.

No perdí tiempo y traté atacar. Le pateé las piernas causando que cayera al suelo, traté de huir por la puerta, pero me agarró de la pierna haciéndome caer. Aprovechando esto, él se levantó. En un segundo que se giró, yo también me incorporé y me le lancé encima, buscando hacer algún tipo de daño, pero me volvió a tirar al suelo.

—No tengo tiempo para esto —tomó el primer objeto que encontró y me golpeó en la cabeza haciéndome caer en la inconsciencia.

De nuevo...

Al volver al despertar estaba esta vez amarrada a una silla.

¿Entonces no fui de improvisto? Solo que lo iban a hacer luego. Igual no me importaba, conseguí lo que quería. Logré quitarle la navaja que noté que traía en el bolsillo. El problema es que la había metido en mis botas, así que necesitaba liberar mis pies que también estaban encintados a la silla. Me puse a analizar mis posibilidades, esta silla de madera era de las del grupo de muebles que había visto hace un rato. Probablemente con suficiente fuerza no sea difícil romperla. Respiré hondo, tomé un gran impulso y salté. La silla se rompió en partes. Bingo. Me doblé peor que bailarina de ballet y tomé la navaja para liberar mis manos. Dieciséis años de entrenamiento estaban rindiendo su fruto en estos momentos. Apenas me liberé, me levanté y me sacudí un poco el polvo. Tomé aire y me dirigí a la puerta.

Para mi suerte estaba sin llave, la abrí con cuidado, viendo si había alguien en el pasillo. Sin moros en la costa avancé con cuidado, con el corazón latiéndome a mil, me decía a mi misma que no podía permitirme dejarme llevar por mis nervios, tenía que estar lista. Era morir o matar.


Gabriel

Narrador

El mayor de los D'Angelo despertó amarrado a una silla, en una habitación amplia con solo un tragaluz encima suyo que iluminaba justo donde se encontraba él, el resto era oscuridad. Confundido empezó a buscar a su alrededor, ¿qué había pasado?

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