16🍁 El Octavo Mandamiento

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No darás falso testimonio ni mentirás

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No darás falso testimonio ni mentirás

Bueno.

¿Dónde me quedé?

Ah cierto.

—¡Harry, llama a papá!

Después de eso todos, a pesar de los regaños de los profesores, salieron del salón para ver cómo me llevaban.

Harry vino corriendo atrás mío y de los policías.

Les reclamó que no podían llevarme, pero fue en vano.

Ya me habían hecho un par de preguntas, pero dije que hasta que no llegue mi abogado —o sea papá— no hablaría.

Ya en comisaria me llevaron a una sala de interrogatorio, con las manos esposadas a la mesa.

—Ya habla, Jessica, tenemos testimonios en tu contra.

—Antes de continuar, ¿puedo hacer una pequeña pregunta?

El oficial asintió.

—¿Quién demonios es Alicia Thunderwood?

Hipotético, ¿no?

Aunque no sé si esa sea la palabra perfecta para describir esto.

Claro que no lo es, Jessica.

Disculpen a mi yo de dieciséis años.

Primera vez (bueno en realidad segunda, pero esa vez fue para dar una declaración, no para interrogarme) que me traen a comisaria y es para acusarme de que maté a alguien que ni conozco.

El policía soltó un suspiro/risa y se levantó de su asiento.

—Ya hemos contactado a tu papá, así que tienes derecho a una llamada por si quieres.

Accedí.

¿Aló?

—Escúchame bien, Fablet, necesito con urgencia que investigues quien es Alicia Thunderwood, lo traigas a comisaria y convenzas a tu papá para que te deje pasar y me lo digas.

—Puedes empezar diciendo por qué estás ahí, solo digo.

—No tengo tiempo, Sebastián.

—No he oído un por favor.

—Por favor, Sebastián —dije con fastidio.

—Me la debes rojita. Estaré ahí en diez.

Colgué la llamada y esperé.

La llegada de mi papá no fue muy pacífica por decir.

—¡Señor no puede entrar!

Papá entró azotando la puerta, dándole igual todo.

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