27🍁 A Trip Down Memory Lane

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—Stephen Brown, encantado

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—Stephen Brown, encantado.

Le di una sonrisa y tomé su mano que había extendido al saludarme.

—Un gusto.

—Este es mi hijo: Allan —un chico de tez morena con los mismos ojos oscuros que Stephen se acercó.

Le di la mano con la misma sonrisa y les pedí que pasen.

Los guié a la sala y les indiqué que me esperaran.

Subí a la oficina de papá.

Toqué y entré.

—¿Eran ellos?

—Si, les dije que me esperaran en la sala un segundo. Quería hablar contigo primero.

Papá relajó su postura y yo me acerqué más a él.

Llevaba un traje negro que de solo verlo inspiraba respeto. Probablemente de Armani. Llevaba su pelo peinado hacia atrás con gel y se notaba que estaba recién rasurada su barba.

—¿Por qué la reunión en casa? ¿Cuál es la particularidad?

—El señor Brown es considerablemente nuevo en esto de los negocios sucios y quiero charlar. Dejar en claro quien manda y de que lado debe estar —sonaba amenazante de una manera pasiva-agresiva—. Lo invité a casa para verme amable y relajado. Y para—

—Tener su carro, matrícula y que tus hombres los reconozcan y sepan rastrear o seguir necesitado el caso —completé yo.

—Exacto. No hay dudas que eres mi hija.

Sonreí.

Me dio indicaciones de cómo actuar durante la reunión y me dirigí a indicarle a los caballeros que podían subir.

—Pase, por favor, mi padre le espera —le abrí la puerta.

Luego de que saludaran y ambos se sentaran, les serví un vaso de whisky a cada uno y una copa de vino rosé a su hijo y a mi.

Tuvimos una conversación casual, dejé a los adultos hablar y aportaba en cantidades necesarias. Después de un tiempo así, papá se aclaró la garganta y le preguntó al señor Brown si era pertinente hablar ya de negocios. Ambos estuvieron de acuerdo y, Allan y yo nos retiramos.

—¿Deseas hacer algo en particular? ¿Quizá futbolín o billar tal vez?

Siempre encantadora.

El chico me inspeccionaba con cuidado, pero casualidad a la vez. Era muy atractivo, al igual que su padre. Me preguntaba si su madre le había heredado ese tono de piel o era solo de familia.

—Una bola ocho no me vendría mal.

Le pedí que me siguiera al cuarto de juegos.

Tomé las bolas, el triángulo y dos tacos, entregándole uno a él.

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