CAPÍTULO IX " Despierta"

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Mahiru no sabía cuánto tiempo llevaban caminando, pero sabía que no era normal que el sol no haya salido aún. Llegó casi al amanecer al templo, y el cielo seguía tan oscuro como si fuera media noche.

Sus pies dolían, y aunque el camino era plano -apenas con una leves subidas- él estaba cansado y tenía sed. No podía detenerse porque evidentemente podría mirar hacia atrás en un descuido. Y esa era una de las condiciones que debía acatar.

Siguió caminado junto al zorro blanco un par de minutos cuando en el recorrido algo cambió.  Frente suyo un pequeño animal se cruzo en el camino. El familiar de la sacerdotisa gruñó y Mahiru comenzó a sentir ansiedad.

Era otro pequeño zorro. Pero este era negro, pequeño y poseía dos colas, donde el pelaje de sus puntas eran blancas. Se le hizo conocido ese animal.

— Has despertado a dos, me pregunto a quién despertaras ahora.

Mahiru quedó confundido. Ese animal habló, como si fuese una persona éste habló. Fue por demás extraño porque los Familiares del tipo animal, era imposible que hablaran.

Fue en ese momento que el zorro blanco chilló mientras era engullido por una sombra negra que los atacó desde atrás. Mahiru no pudo evitarlo y miró. Detrás de ellos, cerniéndose sobre el cuerpo de Kuro había una sombra. Como si tuviese una boca gigante, mostraba dientes y garras para tragarse la carroza y el zorro blanco.

Mahiru tiró de las cadenas del zorro para apartarlo, el animal se mostró agresivo pero se las ingenio para deshacerse de la sombra de sus patas y correr juntos. Pero el camino ya no estaba.

— No puede ser — Mahiru buscó las velas que iluminaban el camino, pero estaban en medio del bosque. Sólo había quitado la mirada un momento, y ya todo el panorama había cambiado.

Miró en cada arbusto y árbol, buscando algo brillante, pero nada. La ansiedad le subía al pecho pensando que perdió el rumbo. No debía salirse del camino, y no debía mirar hacía atrás. Hizo ambos y ahora el bosque totalmente oscuro lo rodeaba.

— ¿Quieres que él recuerde? Te daré una ayuda.— Detrás de Mahiru apareció el zorro negro. A pesar de su apariencia pequeña, se veía peligroso —Busca a sus hermanos. O esa persona se aburrirá pronto. 

Sintió el sonido de la hierba, como si algo se deslizara sobre ella y cuando menos lo pensó. La sombra estaba nuevamente sobre ellos, y esta vez el miedo lo paralizo. Mahiru sintió que la sombra los engullía. De una sola bocanada, sintió que era comido.

:::***:::

Lawless llegó al Tori rojo del templo justo cuando el amanecer salía por el horizonte. Estaba tan débil y agotado que había usado su forma de erizo para caminar. La lujuria del hombre era aterradora, y mala suerte para él caer en una aldea dónde se filtraba ese pecado como agua por el suelo.

Al llegar a las escaleras se transformó en humano nuevamente. Algo en el ambiente estaba mal. Olía a sangre, y madera quemada. Subió las escaleras corriendo y al llegar quedó boquiabierto por la escena.

— ¿Qué... sucedió aquí?

El templo estaba totalmente destruido y en llamas. Habían cuerpo desmembrados en el suelo y otros calcinados cerca del templo. ¿Quién los atacó? Lawless no escucho gritos de ayuda ni tampoco sintió el olor a humo hasta cuando llegó al Tori de la entrada.

¿Quien los atacó protegió el lugar para que no pidieran ayuda?

Lawless se acercó buscando si había alguien vivo, el calor abrazador y el olor a leña quemada era fuerte. Y por más que buscaba, ninguna de esas personas estaban completas. A todas les faltaba alguna extremidad del cuerpo y la sangre desparramada en el suelo le decía que ya estaban todas muertas.

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