CAPÍTULO X "No me dejes solo"

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Kuro se dio cuenta que había caído dormido de nuevo, cuando vio que ésta vez estaba recostado sobre la hierba y flores. El paisaje a su alrededor era el mismo. Nada había cambiado, salvo, sólo su posición.

Se incorporó con suavidad y su cuerpo respondía gratamente bien. Ya no lo sentía entumecido, tampoco le dolía las extremidades. Es como si la pequeña siesta haya recobrado su fuerza. Se sentía bien.

Gratamente miró a Mahiru a su lado, porque lo recordaba ahí. Y ahí estaba Shirota. Cuando volvió a tocarle el rostro para sentir su temperatura nuevamente, está vez la piel de Mahiru estaba helada. Y la pequeña presión en su rostro hizo que el cuerpo del chico cayera sobre el suelo de flores sin que él pudiera evitarlo.

Kuro permaneció escasos segundos aturdido. Mirando a Mahiru recostado en el piso, pálido y sin signos de despertar.

— Mahiru... — Fue solo en ese momento, mientras intentaba recoger el cuerpo del castaño, que notó recién la apariencia levemente diferente en él. — ¿Una mujer?

Quien sostenía en sus brazos era Mahiru, pero ¿Qué sucede con esa apariencia femenina? Kuro acercó su rostro al cuello del chico y olfateo. El aroma era el mismo, aunque estaba levemente distorsionada. Por magia quizás.

Kuro miró a su alrededor. Ahora más lúcido, el paisaje que había encontrado normal, había una leve diferencia, más allá de todo lo visual, era la esencia de ésta lo que no terminaba de convencerle.

Entonces, poco a poco, el paisaje comenzó a cambiar. Las flores comenzaron a marchitarse. Sintió que del árbol los frutos caían junto a las hojas. Las estrellas poco a poco iban apagándose, y el agua del lago se tiño de rojo.

— ¿Este lugar es... el inframundo? — Un pensamiento llegó a Kuro. Los humanos no podían pisar el inframundo como los demonios. De inmediato miró la condición de Mahiru y un miedo le invadió.— ¡Idiota! — incluso un reclamo poco usual en él escapó de su boca. 

Se levantó con Shirota en brazos y busco alguna señal que le indicara el camino de vuelta al mundo humano. Pero su entorno lentamente estaba siendo consumido por la oscuridad. Si eran devorados por ella, no podrían ver a dónde ir. Kuro tenía buen olfato y sentidos bien alertas, pero sabía muy bien que una vez el inframundo te consume, ya no eres capaz de sentir nada. Ni siquiera el más leve de los sonidos.

Caminó dudoso de dónde ir. El paisaje comenzaba a darle vuelta, y por más que mirara, no encontraba un indicio de la salida. Además, sentía que Mahiru estaba cada vez más helado, y su respiración bastante baja. Era un semi-humano, quizás podía resistir un poco más que un humano, pero eso no lo libraba de desfallecer.

Si no lo sacaba rápido de ese lugar, Mahiru podría morir. La sola idea hizo que sus pies dudaran aun más de pisar y recorrer un camino al azar. ¿Qué debía hacer? Mahiru estaba perdiendo fuerza vital, quizás podía darle algo de su energía, pero podría corromperlo. La energía de un demonio era demasiado pesaba y el cuerpo de Mahiru no podría soportarlo.

Lo mejor es salir. Pero sus pensamientos se estaban nublando al razonar qué debía hacer primero.

— Síguelo... te va a guiar a la salida, Kuro.

Kuro escuchó con claridad la voz de Mahiru. El chico tenía sus ojos cerrados, pero una de sus manos apuntaba hacia su costado. Ahí había un pequeño gatito blanco, esperándolo mientras dio un pequeño maullido.

— Hiciste una locura.— Kuro siguió el gato. Pronto salieron del pequeño campo de flores para adentrarse a la oscuridad. Mascullo una maldición cuando sintió que Mahiru jadeo por aire.— Aguanta solo un poco más, Mahiru. Te sacaré de aquí.

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