CAPÍTULO XV "Eso que llaman amor"

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Llevaban ya varios minutos ahí abrazados. Cuando Miyako encontró que era suficiente, se acercó cauteloso a los muchachos. A pesar de las apariencias, seguía tratando con un demonio y debía estar prevenido ante todo.

— Lamento arruinar tan buena atmósfera, pero aún no he sanado tu herida muchacho.

Mahiru giró a verlo, y le tomó un segundo darse cuenta que se trataba de un guardia Real. Su cuerpo inmediatamente se tensó y se aferró a Kuro.

— Él prometió curar tus heridas, Mahiru. — El demonio intentó suavizar su voz. Sentía a Mahiru nervioso, pero debía explicarle la situación.— Está ayudando al amigo de Lawless, nos permitió entrar a la aldea y sanar sus heridas y las tuyas... — Muy despacio, Kuro alejó a Mahiru de su cuerpo para mirarlo cara a cara. Hizo una pequeña sonrisa al verlo confundido. — Será mejor que vayas con él.

Mahiru sabía que las palabras de Kuro eran reales. Su espalda dolía y ardía, a pesar de tener una manta para cubrirlo del frío, ésta estaba rozándole su piel herida.

— No dejaron... — Mahiru tocó las manos de Kuro. Las sentía heladas. ¿Cuánto tiempo ha estado afuera?.—¿No te dejaron entrar a la aldea?

— No es prudente que un demonio esté cerca de los humanos — Miyako intervino.— Sanaré tus heridas si vuelves a la aldea.

Mahiru solo le asintió, y a pesar de ello, permaneció en la misma posición. El pequeño malestar en su pecho seguía ahí, aunque ahora se sentía seguro en la cercanía de Kuro. Pero su corazón latía preocupado. Quizás por la compañía del guardia Real. No dejaba de sentirse observado por esos ojos ajenos.

Mahiru se alejó de Kuro, apretando sus manos en una leve señal de despedida. Antes de caminar de vuelta al pueblo. Un par de veces miró a su demonio siendo cuidado por otro guardia, pero ésta era de menor rango por la ropa que vestía.

Mahiru quiso decir algo, pero prefirió mantenerse callado por el bien de su demonio.

:::***:::

— Esto puede doler un poco.

Mahiru siseó cuando sintió el dolor en su espalda. Habían vuelto a la casa, estaba recostado sobre el mismo futón de donde despertó. Su espalda estaba desnuda y el guardia Real le estaba esparciendo un extraño ungüento de hierbas en sus heridas.

Le extrañó que no usaran magia en sus heridas. Sabía que la gran mayoría de los guardias de la Realeza usaban magia recuperativa. Quizás sus heridas no eran tan graves como para malgastar magia en él...

— He terminado .— Miyako buscó un cuenco con agua tibia y lavo sus manos. Mahiru miró al hombre. La apariencia de éste era bastante femenina. De hecho podía pasar fácilmente por una mujer. De no ser porque apenas llegaron a la casa él le dejó en claro que era un hombre.

— Uhm... Gracias.

— Déjame preguntarte algo. — la mirada amable de Miyako se volvió sombría de pronto. — ¿Qué tipo de relación tienes con ese demonio, muchacho?

Mahiru se tensó por la pregunta. La mirada calculadora y ennegrecida del hombre le daba cierto pánico. Mahiru estaba recostado, y Miyako -aunque sentado- lo veía como alguien insignificante. Mahiru sentía cierta inferioridad. Del temor de decir algo equivocado, prefirió bajar la mirada. Sintiéndose como si lo estuvieran regañando.

— Ese demonio es el tal rumoreado Silent Demise, ¿verdad? —Mahiru titubeó por las palabras. Se mordió los labios pensando rápidamente en alguna salida en caso de que la situación se tornara peor— Criatura de ojos rojos con apariencia humana. Cuernos que sobresalen de su cabeza. Garras y dientes afilados deseosos de matar... Él no parece encajar en esa definición, salvo el color de sus ojos.

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