CAPÍTULO XXXIII "... Arcadia"

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Kuro terminó apoyándose contra una pila de bultos. Los sacos parecían tener semillas en su interior. No eran lo suficientemente duros, pero se notaban que eran de una consistencia pequeña y blanda. No había cama en la habitación, y el movimiento del barco hacía un leve ruido constante.

Respiró hondo y con cautela cuando Mahiru fue besando su pecho hasta quedar apoyado en sus rodillas. Aunque tímido, Mahiru se veía decidido a trabajar en una zona en especial. Sus orejas de animal estaban a la vista, y se movieron al ruido de risas afuera del cuarto. Ambos miraron la puerta, y sintieron que afuera se estaba armando alguna especie de mini fiesta.

Los sentidos de ambos eran bastante agudos, y fácilmente notaron que Tsurugi, muy probablemente, había traído a Yumikage y un par de soldados para seguir el juego de cartas.

— Si nos mantenemos callados, ellos estarán lo suficientemente distraídos como para no escuchar. —Mahiru le miró inocente, pero ruborizado. Asintió a las palabras de Kuro y su mirada se fijó en los pantalones negros del chico.

Si bien, él había propuesto que intentaría darle placer a Kuro, ahora mismo estaba nervioso. Nunca había intentado algo como aquello, por supuesto que no. Sus dedos temblaron cuando quiso bajar la ropa, pero se detuvo, porque Kuro acaricio su cabeza llamando su atención.

— No tienes que hacerlo si no quieres.—La voz de Kuro era comprensible y suave. El pequeño rubor en su rostro le daba un toque cálido a su mirada.— Déjame aliviar tu malestar. No tienes que preocuparte por mí.

— Pero yo si quiero.— Mahiru se mordió los labios. Sus palabras habían salido antes de darse cuenta. Estaba nervioso, pero también quería intentarlo.

Con más determinación, bajó con cuidado el pantalón oscuro. Una pequeña y sutil capa de vello celeste apareció. Siguió bajando la prenda hasta revelar el miembro de Kuro. Si Mahiru era sincero, hasta el momento no había visto el pene de Kuro, se habían visto desnudo ya dos veces, pero su atención no bajaba más allá de la cadera del demonio.

Mahiru lo tomó entre sus dedos, tomando el peso y notando que estaba bastante blando. ¿Por qué esperaba siquiera que hubiera algo diferente? Kuro era un demonio pero su cuerpo era bastante humano.

Mientras Kuro se llevó una mano a la cara bastante avergonzado. Había pasado bastantes siglos encerrado, así que ya había olvidado cómo se sentía esos ligeros latigazos de placer en el cuerpo. No había tenido ninguna relación con nadie en el pasado. O al menos, no recordaba nada de eso. Así que, el que Mahiru estuviera estudiando su polla como la mayor creación para su curiosidad, le avergonzaba.

Mahiru notó cómo el cuerpo de Kuro se estremeció, cuando su dedo tocó la punta de su pene. No estaba erecto aún, pero Mahiru sintió cuando la polla en sus dedos latió, y comenzó a calentarse la piel sensible. Mahiru intentó recordar cómo Kuro lo había masturbado en el baño, e hizo un ligero movimiento en su mano, marcando un ritmo. Kuro dejó escapar un gemido algo ronco, y su cuerpo terminó reclinado en los costales.

La vista de Kuro totalmente ruborizado y frunciendo las cejas, como tratando de comprender qué ocurría, cautivo a Mahiru. Era la primera vez que lo veía así de vulnerable. Y Mahiru se animó aún más. Sus colas de gato se balancearon entusiastas, y Mahiru dio la primera lamida experimental en el pene de Kuro.

—¡Espera! —Kuro se tiró hacia atrás, apartando a Mahiru de su polla.— No es necesario que hagas eso... — Kuro se dio cuenta que su voz le faltaba. Respiró hondo, y Mahiru lo miraba curioso.

Kuro se pregunto si Mahiru era consciente de lo lindo e inocente que se veía, pero lo terriblemente excitante que era verlo con su pene entre los dedos, y la boca abierta. Su aliento rozando la piel sensible, Kuro sintió que su miembro se endurecía un poco más. Cerró los ojos cuando Mahiru no escuchó su advertencia y volvió a lamerlo.

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