Felicidad

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Stephanie siempre pensó que su peor enemigo era el tiempo. Lento en situaciones dolorosas, rápido en los mejores momento.

Siempre era así.

—Odio al maestro de física. —Natasha cerró el puño, seguramente imaginando que el cuello del susodicho estaba entre sus palmas.

Rogers se tocó el cuello por instinto. Eso debía doler.

—Es mejor estudiar para los exámenes. —La rubia le sonrió tratando de calmar el humor de la pelirroja.

—Necesito vacaciones.

Steph no podía estar más de acuerdo.

Ambas mujeres se perdieron en la biblioteca, buscando los libros correspondiente para poder estudiar.

—Steph... —La rubia escucho su nombre en un susurró.

Busco con la mirada quien la llamaba.

—Steph... —Sintió como su muñeca era tomada por una mano más tosca— ¿Te ayudo en algo?

Anthony le sonreía alegre, como si encontrarla fuera lo mejor. Algo en su pecho brinco.

—¿Tony? —En cuanto dijo su nombre, los ojos del castaño brillaron. O tal vez fue su imaginación.

No hace dos días, habían acordado que ella lo llamaría por su nombre.

—Hola, rubia. —Stark miró por todos lados— ¿Necesitas algo?

Rogers le sonrió agradecida. Tony siempre aparecía en los momentos oportunos.

—Tengo que estudiar para física. —Dijo, volviendo a su tarea de buscar.

Anthony se puso a su lado, y como si conociera la área, saco más de 4 libros. Todos delgados.

—Estos son los mejores. No es tanto embrollo y van directo al tema. —Se los tendió—. Te servirán, al punto de sacar la mejor calificación.

Rogers lo miro como si se tratara de un Dios. Esto le facilitaba tanto las cosas.

—¡Gracias! —Y sin medir sus actos, se lanzó al genio.

Éste se quedó paralizado, sintiendo un estremecimiento por todo el cuerpo. Steph lo confundía.

—N-no es nada. —Quien lo viera tartamudeando, juraría que él no era Anthony Edward Stark.

Los ojos azules que lo tenían encantado, lo miraron fijamente. Detallo las largas pestañas, rubias igual que su cabello y delgadas, finas, formando un hermoso abanico. Y bajo de ellas, ese color brillante, vivo, claro.

—¿Tony?

Había algo mal en él.

—Oye Steph, encontré esto.

La voz de Natasha alertó a los jóvenes. Rogers, con gran fuerza empujó al genio entró los libreros y le tapó la boca.

—Shhh. —Indicó junto con un gesto de silencio. Tony asintió.

—¿Steph? —Romanoff se rasco la nuca—. Juraría que estaba aquí.

Suspiró cansada. Ella sólo quería ir a casa.

Rendida, regresó sus pasos a los estantes del fondo, buscando a la pequeña rubia o algo que le ayudará a pasar el examen.

Rogers se asomo para comprobar que Nat no estuviera esperándola todavía. Soltó el aire que mantenía retenido sin siquiera darse cuenta; por poco la descubría.

—Se fue.

Con delicadeza, soltó al Stark y le sonrió apenada. Habían quedado muy cerca.

—Si, yo... —Tony miraba al suelo, luego los libros y después a Steph—, si necesitas ayuda, dímelo. Te ayudaré a estudiar.

Tanto la rubia como el castaño no sabían que decir. Parecían un par de tórtolos en su primera cita.

—Gracias.

Anthony le sonrió.

Si, había algo mal con él.

—¿Trajiste un paraguas y no me dijiste? —Bucky la miró con el ceño fruncido—

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—¿Trajiste un paraguas y no me dijiste? —Bucky la miró con el ceño fruncido—. Y yo preocupándome.

Stephanie trató de reprimir su sonrisa.

El paraguas se lo había dado Tony.

"No quiero que enfermes de nuevo" le había dicho, mientras sacaba el objeto de su mochila.

El gran Tony Stark al pendiente del clima por ella. Quería saltar de alegría.

—Podemos compartirlo. —Ofrecio la chica, mientras quitaba el seguro.

—Me gustaría, pero acompañaré a Nat a su casa. —James la miró preocupado— ¿No quieres ir con nosotros?

Rogers negó.

—No me pasará nada de camino a casa. —Aseguró—. Ve sin preocupaciones. Te mandaré  un mensaje en cuanto llegue.

—Mas te vale.

Bucky, como siempre, le acarició la cabeza y le sonrió diciéndole que se cuidara.

La rubia aspiró el aroma de la tierra mojada, y contenta, emprendió camino.

El sonido del agua cayendo era el único sonido que la acompañaba.

Había algo en el ambiente que la hacía sentir tranquila.

—Me recuerda a Tony.

El aroma de la lluvia estrellándose contra el suelo, le recordaban al castaño.

PreticorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora