Enamorado

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—¿No te darás por vencido?

Pepper le sonrió con ternura. Lo dicho, la ahora rubia, parecía su madre.

—Se lo jure, Pepps. —Tony miró la gran pantalla—. Tengo que encontrarla.

El castaño había buscado a su preciosa Rogers, pero después del ejército, perdió su rastro. La muerte de Abraham Erskine fue una sorpresa incluso para él.

Quiso ir y apoyar a la chica, pero cuando llego, un tal Phillips le dijo que ella ya no estaba en su escuadrón.

No le dio señales, ni pista de dónde encontrarla. La tierra se la había tragado.

Además si le agregamos el trabajo que costaba mantener la industria Stark, sacando del mercado las armas que su padre fabricó en un antaño y soportando a Obie... Era difícil dedicarle tiempo a su búsqueda, porque de ser así, Tony ya la tendría enfrente de él.

Recordó a una pequeña rubia. Sonrió.

Sus ojos eran únicos en la vida, estaba seguro de eso.

—Tony, te entiendo y sabes que te apoyo, pero hoy vendrán los agentes responsables de tu seguridad. —Virginia cruzó los brazos—. Le prometiste a Rhodey que seguirías sus indicaciones.

—¿Y por qué tengo que tener guardaespaldas?

—Seguridad. —Aclaró la mujer—. Stane no se quedará con los brazos cruzados, lo sabes.

—Yo puedo proteger mi trasero perfectamente.

—Tony...

—Bien, bien... —El genio la miró aburrido—, dejaré que cubran mi hermoso trasero.

Potts negó divertida. Al menos la escuchaba.

Tony continuó viendo la gran pantalla. Bajo la mirada recordando el último beso que le dio a Stephanie. Se sentía como un maldito adolescente enamorado.

—Sabes Pepper... —Stark miró a su amiga de toda la vida—, la había visto muchas veces antes de hablar con ella. —Virginia escuchaba atentamente—. Pero siempre había algo que me impedía acercarme.

—¿El gran Tony Stark tenía miedo de algo?

Tony no contesto, pero para sí, se dijo que lo hacía. Temía enamorarse, así, como lo estaba ahora.

Rogers siempre había tenido unos ojos que hacían a Tony retroceder y pensar sus acciones dos veces. No había sido un amor de adolescentes o un gusto pasajero.

Había algo más profundo que lo conectaba a la chica.

—La encontrarás. —Pepper le sonrió animadamente—. Y cuando lo hagas, más te vale pedirle matrimonio.

—¿Eh?

—Ya estás viejo, no necesitas pensar más. —Jugó la mujer.

—¿Viejo? Apenas tengo 34 años.

Potts lo miro burda.

Tony hizo un puchero y después se cruzó de brazos como un niño apunto de hacer un berrinche.

—¡Tony! —La voz de Rupert interrumpió la infantil discusión de Pepper y Anthony.

Ambos bajaron hasta encontrarse con el coronel.

—¡Rhodey! ¡Pepper me dijo viejo! —Y con toda la madurez, Tony corrió hacia el moreno y acuso a la fémina.

—Dime que no lo hiciste. —Pidió el soldado a la mujer de caballeros rubios.

—Si, si lo hice.

Rhodes negó. Parecían chiquillos molestándose.

—Tony, no es momento de tus dramas. —Y antes de que el castaño dijera algo más, James hablo de nuevo—. Tienes visitas.

—¿Visitas?

—SHIELD mando a dos agentes. —Aclaró el coronel—. Ellas se encargarán de tu seguridad.

—¿Ellas? —Preguntó un confundido genio.

—La Capitana América y la agente 13.

Wow. Anthony se sentía importante.

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